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Expérience

Pactos por una ciudad sostenible

En Medellín, el movimiento La Ciudad Verde interpela y compromete a los actores públicos.

Par Claire Launay-Gama

6 septembre 2013

La Ciudad Verde (LCV) es un movimiento ciudadano que nace en Medellín en 2011 y su propósito principal es involucrarse y actuar en asuntos medioambientales de la ciudad. Pretende asimismo interpelar a los actores públicos en materia de desarrollo urbano y territorial. Con este objetivo, en el contexto de las elecciones locales de 2011, LCV decidió proponer a los candidatos de distintos lugares de Colombia la firma de “un pacto por ciudades sostenibles”. Posteriormente LCV empezó a redactar propuestas ambientales para que fueran incluidas en los planes de desarrollo de las ciudades de Cali, Barranquilla, Bogotá y Medellín. Es precisamente esta experiencia de la incidencia ciudadana sobre la acción pública la cuestión que nos interesa comentar aquí. ¿Qué resultado tuvo esta iniciativa de firmar el pacto? ¿Qué tan efectiva fue la participación de los ciudadanos al respecto? ¿Cómo reaccionaron los ciudadanos? ¿Qué cambios produjo en la política ambiental de la ciudad?

Más que de una experiencia sobre el problema del cambio climático, aquí se trata, entonces, de estudiar una forma de participación ciudadana y sus efectos sobre la gestión pública en materias ambientales. Se subraya en particular la importancia del papel cumplido por los ciudadanos en el terreno del desarrollo ambiental de varias ciudades.

Table des matières

En el marco del proyecto “Ciudades colombianas y cambio climático”, trabajado en conjunto con la Agencia Francesa para el Desarrollo, Fedesarrollo y la Fundación Ciudad Humana; el Instituto de Investigación y Debate sobre Gobernanza (IRG) ha identificado diferentes experiencias que contribuyen a perfeccionar la reflexión sobre los problemas de adaptación y mitigación que plantea el Cambio Climático. En Medellín, el movimiento La Ciudad Verde ha puesto en marcha varias iniciativas ciudadanas que apuntan a mejorar la sostenibilidad de la ciudad. Entre ellas aparece la firma, en 2011, de “pactos de ciudad sostenible” por parte de diferentes candidatos que se presentaron en varias elecciones públicas locales. Nos pareció más que pertinente analizar este método de participación y de seguimiento de la acción pública en torno a problemas medioambientales. En efecto, si bien la experiencia no toca directamente el cambio climático, aquí se trata de reflexionar en torno a un método de participación ciudadana y a sus resultados. Más que de detallar el conjunto de las actividades de LCV, el énfasis se pondrá entonces en los “pactos de ciudad sostenible”.

Medellín es el segundo centro urbano de Colombia. Capital del departamento de Antioquia, es una metrópoli que cuenta con alrededor de 2,5 millones de habitantes y últimamente ha sido caracterizada como una ciudad dinámica e innovadora.

La Ciudad Verde, un movimiento ciudadano aparecido allí en 2011, tiene la intención, por un lado, de intervenir e involucrarse en los problemas de esa población y, por otro lado, de interpelar a los actores públicos sobre el desarrollo urbano y territorial, en particular en asuntos ambientales. LCV está conformada por un grupo de ciudadanos de distintos perfiles profesionales: administradores de empresa, ingenieros, periodistas y filósofos, quienes reflexionan y actúan sobre la sostenibilidad ambiental en el espacio urbano. Anotamos que, si bien LCV aparece en Medellín, tiene una vocación nacional. En efecto, no solo opera en esa capital sino también en otras diez ciudades del país. Juan Manuel Restrepo, miembro de la coordinación de LCV, insiste en la importancia de los promotores y los colectivos regionales, que forman parte de la organización y promueven múltiples actividades.

En el contexto de las elecciones locales de 2011, LCV propuso a los candidatos de distintos partidos y lugares de Colombia firmar “un pacto por ciudades sostenibles”. Tal es precisamente el asunto que nos interesa comentar aquí: la experiencia de la intervención ciudadana en la acción pública. ¿Qué resultados tuvo la iniciativa de suscribir colectivamente ese pacto? ¿Qué tan efectiva fue la participación de los ciudadanos al respecto? ¿Cómo reaccionaron los candidatos? ¿Qué cambios produjo en las políticas ambientales de la ciudad?

Hecha esta breve presentación del movimiento La Ciudad Verde y de sus principios, proponemos reflexionar sobre la experiencia de los pactos por ciudades sostenibles, y seguidamente sobre las propuestas de sostenibilidad ambiental presentadas en la discusión de los planes de desarrollo.

1. Principios, organización y actividades del movimiento

En primer lugar, LCV reivindica su independencia política: “No pertenecemos a ninguna organización o partido político”, declaran Juan Manuel Restrepo y Juan Pablo Salazar, representantes de LCV. Según ellos, la independencia favorece el trabajo de largo plazo liderado por la ciudadanía. Más que criticar, y en vez de resignarse al deterioro del medio ambiente, LCV quiere participar en el debate público con sólidos argumentos en torno al desarrollo ambiental. Nuestros miembros creen en el poder del debate incluyente. En efecto, LCV quiere impulsar el diseño de mejores políticas públicas en materia de sostenibilidad y hacer seguimiento a la actividad de las autoridades políticas en ese terreno. Por lo tanto, y para ganar mayor crédito entre la opinión, LCV invita a cualquier ciudadano a unirse a la iniciativa y pretende desarrollar una plataforma nacional que integre los esfuerzos de diferentes grupos regionales que operan en el país.

En segundo lugar, LCV funciona de manera muy horizontal. Según nos dijo Juan Manuel Restrepo, miembro del comité, en el nivel nacional las decisiones se toman por consenso. En cuanto a los recursos, LCV se beneficia del apoyo de la Fundación Buena Nota, que acompaña emprendimientos sociales y el financiamiento de otras entidades a proyectos puntuales. (www.buenanota.org )

En tercer lugar, LCV propone varios tipos de actividades. Se realizan estudios y talleres para difundir el conocimiento, educar y sensibilizar a los pobladores en torno de las temáticas ambientales. Se emplean métodos de comunicación visible, tales como iniciativas callejeras, desplazamientos masivos en bicicleta, concursos anuales de pósteres con mensajes de sostenibilidad y operaciones en medios de comunicación pública. Crean o intervienen en espacios de participación ciudadana –como conversatorios y mesas de trabajo–, adelantan la conformación de redes sociales y despliegan campañas o acciones programáticas de preservación del medio ambiente. Asimismo, organizan tertulias con los funcionarios públicos a quienes compete la toma de decisiones y establecen pactos con las autoridades del Estado. De esa manera influyen en las políticas públicas.

2. Incidir en la esfera pública: firma de pactos e intervención en planes de desarrollo

En 2011, en plena campaña para las elecciones locales (alcaldías municipales y gobernaciones departamentales), LCV estimó conveniente comprometer a los candidatos en el impulso de propuestas y cambios, en particular en materia de políticas medioambientales. La razón de nuestra conducta estriba en el hecho de que en el país, en no pocos casos, se emprenden pocas acciones o acciones muy puntuales en esa dirección, mientras en todas partes y en toda ocasión el medio ambiente es parte integral del desarrollo urbano. LCV redactó, pues, un texto de compromiso llamado “Pacto por una Ciudad Sostenible” y lo propuso para la firma de los candidatos de todas las ciudades en las cuales ellos actuaban. En el texto del pacto (sitio web de la organización) la ciudad sostenible se define como “una ciudad que –a través de políticas públicas cuidadosamente diseñadas y eficientemente implementadas– establece un delicado balance entre su crecimiento económico, la promoción de la equidad social y la protección del ambiente”.

El mencionado pacto (ver texto integral en laciudadverde.buenanota.org) comprometía al candidato a respaldar la organización de una mesa de trabajo constituida por actores sociales relevantes interesados en la sostenibilidad urbana (instituciones públicas y secretarías encargadas del asunto, organizaciones medioambientalistas, centros académicos) y proponía cinco puntos para la agenda de esa mesa. Se trataba de un compromiso personal del candidato y por esa razón se redactó en primera persona. A continuación citamos algunos de esos pactos:

  • “Movilidad: Apoyaré políticas públicas que promuevan el uso de modos de transporte no motorizados (como la caminata, los patines, las patinetas, la bicicleta, entre otros que suman a los medios no motorizados) y del transporte público limpio por encima del automóvil particular y del transporte motorizado dependiente del combustible fósil.

  • “Energía: Apoyaré políticas públicas que incentiven el uso de la energía renovable, tanto a nivel industrial, como en los sistemas de movilidad y en las residencias privadas. Apoyaré iniciativas que animen a reducir la cantidad de energía que utilizan en su día a día.

  • “Usos del suelo: Apoyaré políticas públicas que promuevan usos mixtos del suelo, y una densificación res-ponsable en los centros urbanos. Apoyaré iniciativas que protejan y promuevan espacios verdes para el sano esparcimiento de todos los ciudadanos.

  • “Agua: Nuestra permanencia en esta tierra depende de una gestión responsable de fuentes hídricas. Necesitamos políticas de planeación urbana que mantengan un correcto balance en el ciclo hidrológico, buscando así evitar inundaciones y protegiendo los servicios vitales que prestan los ecosistemas urbanos que giran en torno al agua”.

El documento incluía un compromiso personal del candidato que rezaba: “Comprendo la necesidad de un verdadero viraje en la manera como se planean nuestras ciudades hacia el futuro, y por lo tanto, a través de mi firma, me comprometo a trabajar en pro de ciudades sostenibles que garanticen altos niveles de calidad de vida para todos los ciudadanos. Apoyaré la creación de una Mesa de Trabajo para la Sostenibilidad Urbana en mi región, donde se les permita la participación a diversos actores, como académicos, instituciones, colectivos y ciudadanos en el proceso de una planeación urbana sostenible”.

Anotamos que el despliegue de la iniciativa se valió sobre todo de los medios de comunicación electrónicos y las redes sociales. Con el fin de acceder al mayor número posible de ciudadanos de distintas partes del país y de invitarlos a solicitar a sus candidatos su apoyo al pacto, el texto estaba colgado en la página web de La Ciudad Verde y asimismo en Facebook y otras redes sociales. Establecimos que cualquier candidato podía firmar virtualmente el pacto, y cualquier ciudadano podía utilizar el texto y proponerlo a los candidatos de su ciudad. La difusión y la multiplicación del documento fueron eficientes, pues más de 300 candidatos que se presentaron a las elecciones locales –entre ellos futuros alcaldes, gobernadores y concejales– suscribieron el documento en Medellín, Bogotá, Pereira, Popayán, Quibdó, Rionegro y Ubaté. Así mismo, en órganos de prensa (entre ellos el sitio web La Silla Vacía y el diario El Tiempo, el principal del país) fueron publicadas varias intervenciones hechas, e incluso artículos sobre la iniciativa. De acuerdo con los entrevistados, los temas de sostenibilidad y medio ambiente llegaron al corazón de varias campañas electorales. Ahora bien, en opinión de los miembros de LCV, con la simple firma de los pactos no concluía el trabajo. Había que asegurarse de que la agenda programática de los candidatos electorales incluyera las líneas de acción descritas y que después ellas se transformaran en compromisos reales. Antes de realizarse las elecciones, por ejemplo, con la integración de acciones concretas en los planes de desarrollo, LCV adelantó un trabajo de seguimiento de los programas gubernamentales, y lo mismo hizo después, durante el periodo de elaboración de los planes de desarrollo. En ocho ciudades y regiones del país se puso en marcha entonces un seguimiento de los planes de desarrollo que incluyó la realización de actividades destinadas a observar si los compromisos inscritos en el pacto se traducían en nuevas medidas administrativas.

El plan de desarrollo de un Municipio o un Departamento se elabora en los primeros seis meses del mandato del alcalde o el gobernador respectivos. En ese lapso, la administración municipal debe redactar un primer plan y luego presentarlo a la ciudadanía para que opine al respecto. Por eso, desde principios del año 2012, varios grupos de ciudadanos ligados a LCV dieron a conocer el texto del plan a los candidatos y a los electores, se reunieron con ellos y propusieron determinadas transformaciones. Los medios electrónicos y las redes sociales continuaron utilizándose para informar sobre estas acciones de seguimiento. En internet se pusieron a disposición los anteproyectos de los planes de las ciudades y se presentó un formulario para plantear recomendaciones. De esa manera, LCV pudo recoger muchas ideas y observaciones: más de 2.500 ciudadanos aportaron propuestas.

En el caso concreto del plan de desarrollo de Medellín, LCV exigía mejoras sustanciales en la movilidad y sostenibilidad de la ciudad. Para ello, se elaboraron propuestas cortas que todo ciudadano podía enviar directamente a la nueva Administración de la ciudad. Reproducimos algunas, redactadas por los propios ciudadanos:

“1. Se necesita una reestructuración TOTAL del sistema de buses, a través de la cual se integren operacional y tarifariamente al sistema de transporte bajo la dirección de una sola autoridad de transporte metropolitana y a través de una sola tarjeta inteligente ‘tipo cívica’.

2. Imploramos la implementación de un verdadero sistema de movilidad en bicicletas y a pie. No se puede seguir ignorando la movilidad no-motorizada. Necesitamos ciclorrutas, parqueaderos, vías peatonales, andenes de calidad, y medidas de seguridad exhaustivas para ciclistas y peatones.

3. La propuesta de compaña del ‘Parque Vial del Río’ debe estructurarse como el ‘proyecto bandera en movilidad sostenible’, priorizando la recuperación de la vocación ambiental y de interacción humana de nuestro río.

4. El proyecto de ‘Cinturón Verde Metropolitano’, proyecto de la Alcaldía de Medellín (que busca construir un borde de zonas verdes y equipamientos, así como mejorar las viviendas de la zona de las laderas) debe articularse con el Parque Central de Antioquia y liderarse desde una misma filosofía de promoción biológica y del bienestar humano; no sólo de equipamientos urbanos frecuentemente enfocados en el cemento”.

En Medellín, las propuestas de LCV con respecto a las bicicletas han sido incorporadas en el plan de desarrollo con un presupuesto específico. La Alcaldía invitó también a los representantes de LCV a elaborar una memoria de las propuestas. En cambio, el problema del “cinturón verde metropolitano” sigue siendo muy polémico en esa capital departamental (ver otra ficha).

En todo caso, la acción ciudadana causó impacto y se logró incorporar en los planes oficiales algunas de sus propuestas, en particular la construcción de ciclorrutas. Eso animó a los equipos para renovar sus esfuerzos de participación e incidencia. Actualmente se viene realizando un seguimiento ciudadano del Plan Operativo Territorial “De lo dicho a lo hecho”. Todos los lunes, LCV y los ciudadanos que lo deseen se reúnen y plantean los desafíos del Cambio Climático, la migración del espacio rural al urbano y varios temas ligados con el desarrollo ambiental. Los miembros de LCV afirman que la relación con las instituciones del área metropolitana del Valle de Aburrá (nombre de la zona metropolitana de Medellín) es buena pero que, en cambio, resulta menos fácil realizar gestiones con la Secretaría de Movilidad de la Alcaldía de Medellín, por razones de presupuestos y de la elevada reticencia oficial a discutir problemas relacionados con la bicicleta.

Por otro lado, LCV continúa sus diferentes actividades, en particular la denominada “Bici por la vida”, la cual asocia a varios grupos de ciclistas que reclaman mejores condiciones para el desplazamiento en bicicleta dentro de la ciudad, a la vez que el mejoramiento del transporte público. En particular, se está preparando la jornada “Día sin carro” para el próximo 22 de septiembre, y 56 colectivos proyectan una movilización similar para el 22 de septiembre en 45 ciudades.

Commentaires

“No queremos hacer política”- dice Juan Pablo Salazar- “sino lograr que algunas propuestas ciudadanas sean escuchadas. Se resalta aquí un primer aspecto importante de esta experiencia: que la ciudadanía pueda participar, dar ideas y ser tomada en cuenta por los actores políticos”. Se trata aquí entonces de una acción de participación ciudadana. Un grupo de ciudadanos quiere intervenir sobre las decisiones medio-ambientales de su ciudad y se dirige a sus gobernantes, los interpela y los compromete a realizar algunos cambios en la planeación de la ciudad.

En segundo lugar, el caso de LCV nos demuestra que la iniciativa tuvo una cierta incidencia. En efecto, en Medellín, el Alcalde ha tomado en cuenta algunas propuestas con respecto al uso de la bicicleta. Ello significa que más allá de la participación ciudadana, algunas reivindicaciones se han traducido en medidas. No podemos concluir en un gran impacto por medidas que siguen sectoriales y puntuales pero es un principio. Lo más importante aquí es de haber logrado mostrar a los candidatos que están vigilados y que los ciudadanos pueden usar mecanismos para expresar sus opiniones y propuestas.

En tercer lugar, esta iniciativa tuvo “efectos multiplicadores”. En efecto, el método de los pactos de ciudad sostenible ha sido replicado en varias ciudades al tiempo y sin lugar a duda ha contribuido a que unos grupos ciudadanos se unieran y intervinieran sobre estos temas.

En cuarto lugar, notamos unos métodos innovadores de comunicación como los videos y las redes socialesTodos los procesos de la participación se podían realizar por internet. Obviamente no remplaza el dialogo físico con las autoridades políticas pero la iniciativa tiene así una mayor visibilidad.

Finalmente más que una experiencia directamente relacionada con la adaptación al cambio climático, la iniciativa nos enseña por un lado, un método de acción sobre temas relacionados y por otro lado que la ciudadanía también puede jugar un papel en estos temas e inspirar u orientar a la acción pública.

 

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