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Expérience

La perspectiva del grupo de investigación Gestión de Agroecosistemas Tropicales Andinos-GATA, de la Universidad Tecnológica de Pereira

De la incorporación del cambio climático en la academia y de su formulación en las políticas públicas

Par Angela Vejarano

13 mai 2013

En la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad Tecnológica de Pereira (suroccidente de Colombia), trabajan numerosos grupos de investigación que apuntan a soluciones prácticas para resolver problemas ambientales. Algunos de ellos han adelantado trabajos específicos sobre cambio climático. En particular, el grupo de Gestión de Agroecosistemas Tropicales Andinos-GATA posee una línea investigativa llamada Estrategias de Adaptación y Mitigación al cambio climático.

Esta experiencia da luces sobre cómo el tema del cambio climático se ha venido incorporando y trabajando en las instituciones de educación superior colombianas, al tiempo que permite reflexionar sobre la necesaria relación entre la academia y los gobiernos locales.

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En el marco del proyecto “Ciudades colombianas y cambio climático”, trabajado en conjunto con la Agencia Francesa para el Desarrollo, Fedesarrollo y la Fundación Ciudad Humana; el Instituto de Investigación y Debate sobre Gobernanza (IRG) identificó diferentes experiencias que aportan a la reflexión sobre la adaptación y/o mitigación del cambio climático. Como parte de dichas experiencias, a continuación se presenta la trayectoria del grupo de investigación Gestión de Agroecosistemas Tropicales Andinos-GATA de la Universidad Tecnológica de Pereira, ciudad capital del departamento de Risaralda, Colombia.

Esta experiencia da luces sobre cómo el tema del cambio climático se ha venido incorporando y trabajando en las instituciones de educación superior colombianas, al tiempo que permite reflexionar sobre la necesaria relación entre la academia y los gobiernos locales.

El papel de la Organización de las Naciones Unidas a través de la Convención Marco sobre Cambio Climático generó el precedente más importante que se tiene de este tema a nivel mundial. A partir de allí, numerosas agencias de cooperación internacional comenzaron a gestionar proyectos en diferentes países para la búsqueda de los efectos y las posibles soluciones a este fenómeno en contextos locales. La dinámica internacional, entonces, influyó también en un grupo de estudiantes de la Universidad Tecnológica de Pereira-UTP que desde 2008 emprendieron la incorporación del cambio climático en un mundo académico donde el discurso ambiental prevaleciente era el Desarrollo Sostenible.

La incorporación del cambio climático en el GATA

Cuenta Miguel Ángel Amézquita, actual investigador del GATA, que su asistencia a la Primera Feria Internacional del Medio Ambiente –realizada en Marzo de 2008 en Bogotá D.C. y organizada por Corferias, la Comisión Europea, las Naciones Unidas y el entonces Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial- marcó sus deseos por profundizar en el tema del cambio climático. Poco tiempo después empezaría a trabajar en ello con algunos compañeros de la carrera Administración Ambiental de la Facultad de Ciencias Ambientales de la UTP. Ante la evidencia de los efectos adversos del cambio climático en la desglaciación del Nevado Santa Isabel (ubicado cerca de la ciudad de Pereira y portador de la Laguna de Otún que, a su vez, da nacimiento al Río Otún, única fuente de abastecimiento de agua de la ciudad) y a la luz del artículo 6 de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático a propósito de la “educación, formación y sensibilización al público”; en 2008 ese grupo de estudiantes comenzó a tramitar ante las instancias administrativas y académicas de la Universidad el permiso para consolidar el Semillero de Investigación en Cambio Climático. Fue un proceso difícil en el que se dieron discusiones conceptuales entre docentes, estudiantes y funcionarios de la Corporación Autónoma Regional de Risaralda-CARDER (la autoridad ambiental en el departamento de Risaralda) de las cuales, finalmente, se concluyó que el tema del cambio climático debía tratarse de forma individual y especializada frente a otros como el Desarrollo Sostenible y la Sostenibilidad Ambiental. Es decir, se ameritaba tratar el cambio climático como un tema específico que, si bien se encuentra relacionado con otros como el Desarrollo Sostenible, podría suscitar estudios y acciones determinadas.

Un Semillero de Investigación es un grupo de educandos de pregrado que estudian y dan sus primeros pasos en el ámbito investigativo sobre algún tema determinado. En este caso, el Semillero de Investigación en cambio climático abordó sus primeros estudios en proyectos de restauración ecológica en la Laguna Otún. Posteriormente, en 2010 la mayoría de los estudiantes pertenecientes a este Semillero presentaron sus trabajos de grado en torno al cambio climático, lo que dio pie para que se creara una asignatura electiva sobre el tema en la Facultad de Ciencias Ambientales. Teniendo en cuenta estos precedentes y las personas capacitadas para estudiar el fenómeno, en 2011 el GATA decidió crear dentro de sus líneas de investigación una que abordara las “Estrategias de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático”. Así, actualmente el GATA cuenta con un Semillero de investigación sobre cambio climático y una línea de investigación, a la vez que la Facultad de Ciencias Ambientales ofrece un curso electivo que aborda el mismo tema.

En la línea de investigación “Estrategias de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático” del GATA, se adelantan diferentes proyectos y trabajos como la “Estrategia Acción Regional de Educación, Formación y Sensibilización de Públicos sobre Cambio Climático en el Departamento de Risaralda” (construida en conjunto con la CARDER y dispuesta dentro de sus líneas de acción), y el “cultivo y manejo de bosques de guadua”, considerados importantes almacenadores de carbono (en estos momentos, el GATA apoya técnicamente el trabajo de una empresa estadounidense en Nicaragua que ha sembrado bosques de bambú como estrategia para consolidar un Mecanismo de Desarrollo Limpio-MDL). No obstante, entre las investigaciones del GATA se destaca una que busca comparar la capacidad de resiliencia entre “cultivos convencionales” -relacionados con agroquímicos, el uso intensivo del suelo y monocultivos- y “cultivos tradicionales” -caracterizados por la diversidad de los productos sembrados-. Este proyecto está en desarrollo y se enfoca más en las variaciones climáticas a nivel local que en cambio climático. “La idea es poder formular estrategias de adaptación, pero lo que hasta ahora puede inferirse es que la diversidad en un agroecosistema lo convierte más resiliente frente a la variabilidad del clima”, comenta Juliana Muñoz, encargada de la investigación.

El GATA y su perspectiva sobre la relación de la academia con agentes gubernamentales

El GATA es cuidadoso en no sustentar sus conclusiones de investigaciones a la luz del concepto de “cambio climático” sino en el de la “variabilidad climática”, entendida ésta como el cambio en elementos climáticos (temperatura, lluvia) que se traducen luego en fenómenos como el de la Niña (fuertes precipitaciones que provocan inundaciones y derrumbes) o el del Niño (períodos de sequía que ocasionan, entre otras cosas, el deceso de cultivos). De acuerdo a Juan Carlos Camargo, director del GATA, sólo puede afirmarse que la causa de estos fenómenos y picos de temperatura se deben al cambio climático cuando haya un estudio juicioso a largo plazo (de más de treinta (30) años) que confirme si el promedio de la temperatura en una zona amplia de la región ha aumentado. Es decir, sólo podrá corroborarse la afectación por cambio climático una vez haya evidencias de un aumento sustancial en la temperatura promedio de la región durante un rango de tiempo largo. Sin embargo, en Pereira sólo se cuenta con dos estaciones que miden la temperatura de manera constante. Entonces, no es posible concluir un aumento en el promedio de la temperatura si no se cuenta con un número considerable de estaciones que abarquen todos los pisos térmicos que comprenden el territorio de Pereira y sus alrededores.

En este sentido, Camargo afirma que “si un gobierno local invirtiera en instrumentación [para medir el cambio de temperatura en un periodo de tiempo largo], se podría ver un avance en la investigación sobre cambio climático” y así se tendrían bases científicas para tomar decisiones frente a la realidad que los datos que se arrojan. Ahora bien, relación entre los entes gubernamentales municipales y la academia no siempre es muy cercana. Es decir, las políticas públicas sobre medio ambiente o variabilidad climática no necesariamente son sustentadas en estudios técnicos que provengan desde la academia. Por ejemplo, para Camargo hay herramientas de planificación territorial en los que el cambio climático podría ser incorporado, tales como los Planes de Ordenamiento Territorial en los que se organiza la ocupación del territorio local de acuerdo a sus necesidades y riesgos; “sin embargo, a veces no se encuentran expertos en los equipos que formulan este tipo de planes y, por ello, las decisiones quedan en manos de un espacio político”. Esta brecha que en ocasiones se da entre la academia y agentes gubernamentales se debe, principalmente, a que los gobiernos o Administraciones locales tienen una duración de sólo cuatro (04) años y por lo tanto sus estrategias pueden ser formuladas sólo para un corto plazo de tiempo con el fin de mostrar resultados durante su administración, sin tomar en cuenta que problemáticas como el cambio climático o la variabilidad climática requieren acciones que tardarían algún tiempo en reflejar avances científicamente comprobables. Otra de las razones que puede explicar el distanciamiento entre las investigaciones académicas y la formulación de políticas públicas, es el ámbito de los recursos financieros: en contextos locales donde los índices de pobreza, desempleo e inseguridad suelen ser altos, las prioridades de los municipios suscitan la focalización de recursos hacia temas distintos a la variabilidad climática. Por todo lo anterior, los grupos de investigación pueden buscar recursos en otro tipo de instituciones que no necesariamente son del gobierno, lo que llevaría a que los estudios no estén dirigidos a la toma de acciones estatales.

Luego, el tema de los recursos en las Administraciones locales para la agencia de éstas sobre el problema del cambio climático, es también abordado por Camargo desde una mirada organizativa. De acuerdo con el director del GATA, en la administración pública podría tratarse el tema del cambio climático como una temática especializada con personal experto, acciones específicas y divisiones administrativas en las Alcaldías. Sin embargo, las condiciones presupuestales de la mayoría de los municipios lo impiden, pues éstos no cuentan con los recursos necesarios para sostener un área especializada en cambio climático, contando que sus principales funciones versan sobre temas como salud, educación, saneamiento básico, entre otros. Por lo tanto, segun las entidades publicas, el cambio climático deberia integrarse a otros temas o sectores y ser visto como una variable transversal en la planificación territorial. De cierta forma esto podría ser una ventaja para incorporar el cambio climático en la gestión pública, en el sentido que otros sectores cuentan ya con avances significativos a nivel normativo, presupuestal y de ejecución de estrategias y acciones. Por ejemplo, el cambio climático se relaciona directamente con la gestión de riesgos, tema que los municipios han empezado a incorporar en sus planes territoriales y sobre el cual Colombia ha adelantado políticas públicas importantes. De hecho, el GATA trabajó junto a la Comunidad Andina (organización que integra órganos e instituciones de Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia con el fin de alcanzar un desarrollo integral, autónomo y equilibrado) en la elaboración de lineamientos operativos para guiar a las instituciones públicas en la formulación de planes sobre gestión del riesgo.

A partir de lo anterior, el GATA considera que el cambio climático es un tema que responde a una “moda”, pues afirma que desde 1992 las políticas de medio ambiente han apuntado a lo mismo, por ejemplo: conservación de áreas forestales (para la captura de carbono), adecuado manejo de residuos sólidos (para la reducción de Gases Efecto Invernadero-GEI), entre otros. Sin embargo, este auge del cambio climático aportaría a una mayor comprensión de las problemáticas ambientales que de antaño se han trabajado en el país, y también ayudaría a que se tomen acciones dirigidas a ello. Por ejemplo, la herramienta de los Planes de Ordenamiento Territorial-POT que poseen los municipios para organizar la ocupación del suelo, puede ayudar a comprender el cambio climático y tomar acciones consecuentes con ello en términos de reubicación de viviendas o equipamientos para prevenir riesgos debidos al clima. Sin embargo, los POT son conciliados y aprobados en escenarios políticos donde, de nuevo, generalmente se carece de equipos académicos expertos en el tema. Cabe mencionar que la vulnerabilidad y los riesgos que enfrenta una población resultan de distintas causas y que el gobierno tiene la responsabilidad de luchar contra ellas.

A manera de ejemplo, Camargo menciona que en un municipio próximo a Pereira se decidió desecar unos humedales sobre los que posteriormente se construyeron viviendas. Si se considera que el nivel del río cercano era más alto que el mismo alcantarillado de esta zona residencial, se explica la causa principal de los desastres que ocurrieron y seguirán ocurriendo por cuenta de las altas precipitaciones que aumentan el caudal del río. Los problemas de damnificación, inundación, destrucción de infraestructura y equipamientos, entre otros, se originan o robustecen no sólo a partir del cambio climático, sino también de las acciones humanas que no prevén los problemas en un futuro de mediano plazo siquiera.

 

Entre tanto, el GATA continuará su trabajo con el cambio climático sólo como una de sus líneas de investigación, siendo conscientes de que los avances en este ámbito repercutirán en logros para otras dimensiones de investigación, y que la mejor estrategia de adaptación al cambio climático reside en la educación, formación y sensibilización a públicos.

Commentaires

A partir de la Constitución Política de 1991 y de la Ley 99 de 1993, Colombia tuvo un marco jurídico propicio para el desarrollo de normas y acciones que obedecieran al buen manejo del medio ambiente. Así mismo, con la delegación de competencias que establece la Ley 715 de 2001, se adjudicaron a los municipios tareas relativas al control de la calidad del agua, del aire y de manejo de residuos sólidos (art. 44.3.3.3). Por otro lado, en 1994 el país aprobó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático-CMNUCC. Sin embargo, contrario al tema de la Sostenibilidad Ambiental, hasta el año 2000 (cuando el país aprobó el Protocolo de Kyoto) no hubo alguna política o norma nacional referente al tema de cambio climático. Actualmente, en Colombia se busca implementar la totalidad de las estrategias planteadas en el Conpes 3700 de 2011, mediante el cual se propone crear el Sistema Nacional de Cambio Climático-SNCC que, entre otras tareas, velará por la participación de las regiones a través de Nodos Regionales que comprenden las diferentes unidades territoriales del país delimitadas por sus particularidades geográficas.

La tardía formulación de políticas sobre cambio climático a nivel nacional explicaría, en cierta medida, que sólo hasta el año 2008 la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad Tecnológica de Pereira empezara a incorporar el tema dentro de sus ámbitos de investigación. De acuerdo al relato del grupo de investigación GATA, fue un encuentro internacional (la Primera Feria Internacional del Medio Ambiente) aquel que incentivó un mayor interés y preocupación hacia el cambio climático. En base a lo anterior, podría decirse entonces que en algunos casos la interacción entre agentes internacionales y actores locales, ha sido útil para la gestión éstos sobre el cambio climático.

Ahora bien, las políticas y normas sobre cambio climático desde el Gobierno Nacional se han desarrollado de forma paralela a los procesos estatales adelantados sobre Sostenibilidad Ambiental, y no se encuentra totalmente claro la forma en que ambos caminos se articulan en lo práctico, como se refleja en algunas instituciones públicas. En entrevista con funcionarios de la Corporación Autónoma de Risaralda-CARDER se afirmó que en el trabajo interno de la entidad aún no se tienen completamente diferenciadas acciones específicas al cambio climático, y que la clasificación de este tema dentro de los procesos de planificación de la Corporación ha variado con el tiempo: primero el “cambio climático” se incluía como una actividad relacionada con la productividad sostenible en el Plan de Acción y ahora se incluye dentro del Plan de Gestión Ambiental Regional (de mayor jerarquía que el Plan de Acción). Una “evolución” similar del tema del cambio climático se observa en el GATA, donde aquél pasó de tratarse en un semillero de investigación, a una asignatura electiva de la Universidad y, posteriormente, se concibió como una línea investigativa dentro del grupo de investigación GATA. Podría afirmarse, entonces, que el tema del cambio climático ha tomado fuerza dentro de la organización formal de diferentes instituciones y del trabajo que las mismas adelantan, pese a que en un principio su incorporación es débil y ambigua debido a que los lineamientos nacionales sobre cambio climático apenas se están gestando y para las instituciones locales todavía no es claro en qué se diferencia este tema de lo que desde hace años vienen planificando, ni de qué forma se articulará con ese trabajo institucional previo.

Cabe preguntarse, entonces, por qué a pesar de la ausencia de una relación clara entre el cambio climático y la normatividad adelantada sobre política ambiental en el país, el primer tema ha avanzado formalmente en la creación de líneas o espacios especializados y de qué manera, entonces, se adelantan acciones diferenciadas. ¿Esta especialización en el tema dentro de un marco normativo y político confuso es un intento por esclarecer qué diferencia el cambio climático de otros temas como la Sostenibilidad Ambiental o la Gestión del Riesgo? ¿Hace parte del cumplimiento de requisitos formales para demostrar avances en el tema? ¿Resaltar el cambio climático en la gestión de determinado grupo o institución se ha convertido en una estrategia para la consecución de recursos financieros?

En un contexto municipal colombiano como el de Pereira, es necesario tener en cuenta que a las administraciones locales le corresponden competencias y recursos que versan, sobretodo, en torno a la salud, la educación y el saneamiento básico, lo que podría obstaculizar su agencia frente a otros temas como el del cambio climático. Se suma, además, la tendencia a la sectorialización dentro de la administración pública, lo que inhibe la capacidad de articulación entre sectores que generen soluciones con derrame en diferentes dimensiones. Es decir, a nivel municipal también se encuentra el problema de establecer e implementar de forma eficaz acciones que integren soluciones formalmente adecuadas tanto para cambio climático como para la sostenibilidad ambiental, la gestión del riesgo o el saneamiento básico, por ejemplo. La ambigüedad formal que existe desde el gobierno central sobre la distinción y relación entre este tipo de temas y sectores, confunde la ejecución de acciones de gobiernos locales que, estando dirigidas a determinado tema (como, por ejemplo, la gestión del riesgo), pueden generar efectos sobre el cambio climático también ¿De qué manera un gobierno local podría ser eficiente si formula acciones y adjudica presupuesto a una variedad de temas (Cambio Climático, Sostenibilidad Ambiental, Gestión del Riesgo) que, en últimas, tienen una relación tan estrecha que la gestión en uno per sé significará la gestión en otro? Es una pregunta que requiere un juicioso estudio y una profunda reflexión, basándose desde los lineamientos que se dan desde el Gobierno central, considerando que incluso allí parece haber un paralelismo entre la normatividad y las políticas entre los temas y sectores arriba mencionados.

Es aquí donde el papel de la academia se torna vital en la administración pública, pues el conocimiento técnico daría las bases para la formulación de políticas y acciones eficientes e integrales que den soluciones a la diversidad de temas que los municipios actualmente deben afrontar: sostenibilidad ambiental, gestión del riesgo, cambio climático. Es necesario, entonces, construir una relación dialógica entre el sector público y la academia para mejorar la eficiencia de los recursos municipales e implementar soluciones efectivas en la dimensión ambiental de cada entidad territorial.

Bibliographie

 

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