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Expérience

Los «Drenajes Sostenibles»

Alternativas tecnológicas para controlar los efectos de los arroyos en Barranquilla

Par Edisson Aguilar

14 août 2013

La ciudad colombiana de Barranquilla enfrenta un enorme riesgo climático derivado de los «arroyos», ríos urbanos que se forman en algunas de sus calles cuando llueve. Este problema deriva, entre otras cosas, de un proceso deficiente de planeación urbana que condujo a la impermeabilización del suelo de la ciudad y al consiguiente aumento de la escorrentía. Hasta el momento no se ha encontrado una solución definitiva a este problema, pero desde hace algunos años la Universidad del Norte se encuentra trabajando en una propuesta tecnológica para mitigar sus efectos: los «drenajes sostenibles». Su importancia radica en que es una propuesta académica para diseñar e implementar tecnologías sostenibles para controlar un grave riesgo climático de Barranquilla, los arroyos, y en ese sentido constituye una estrategia de adaptación al cambio climático.

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En el marco del proyecto “Ciudades colombianas y cambio climático”, trabajado en conjunto con la Agencia Francesa para el Desarrollo, Fedesarrollo y la Fundación Ciudad Humana; el Instituto de Investigación y Debate sobre la Gobernanza (IRG) identificó diferentes experiencias que aportan a la reflexión sobre la adaptación y/o mitigación del cambio climático. Una de ellas fue el proyecto de Drenajes Sostenibles; su importancia radica en que es una propuesta académica para diseñar e implementar tecnologías sostenibles para controlar un grave riesgo climático de Barranquilla, los arroyos, y en ese sentido constituye una estrategia de adaptación al cambio climático.

Barranquilla, popularmente conocida como la “Puerta de Oro” de Colombia, posee uno de los principales puertos del país, a 22 kilómetros de la desembocadura del río Magdalena en el mar, lo que la hace una de las principales ciudades de Colombia y la más importante de la región Caribe. Está emplazada sobre la margen occidental del río Magdalena a 7,5 kilómetros de su desembocadura en el mar y a una altura que varía entre los 4msnm y los 98msnm (1). Esto hace que la ciudad y sus calles estén en una especie de plano inclinado que aumenta la velocidad y peligrosidad de los “arroyos”, un fenómeno muy común en la ciudad durante la época de lluvias, que consiste básicamente en que las calles se convierten en ríos urbanos que arrastran personas, enseres e incluso carros, y producen inundaciones en las viviendas de diferentes sectores de la ciudad, generando cuantiosos daños económicos y pérdida de vidas humanas.

Según la Web “Arroyos de Barranquilla”, diseñada por el Colegio Marco Fidel Suárez (ver la ficha El Proyecto Educativo «Arroyos de Barranquilla» del Colegio Marco Fidel Suárez), los arroyos siempre han sido parte de la ciudad y desde su nacimiento “las barrancas en que se estableció estaban separadas por arroyos poderosos que bajaban las aguas de la sierra del noroeste y las de los altos areniscos del viejo camino de Soledad, hacia una gran ciénaga espaciosa, comunicada con el río”. Sin embargo, la permeabilidad de los suelos fue disminuyendo en relación inversamente proporcional al crecimiento urbano (como consecuencia de la construcción de vivienda y la pavimentación de las vías), y la infiltración natural ya no podía controlar de la misma forma el caudal de la escorrentía. Es diciente que los primeros reportes de inundaciones causadas por arroyos daten de principios del siglo XX, precisamente cuando se inicia la expansión urbana de Barranquilla, y que ya para 1920 una firma estadounidense proponga al gobierno municipal pavimentar las calles y construir el sistema de alcantarillado pluvial, iniciativa que fue rechazada por falta de recursos, como ocurrió con otras a lo largo del siglo, con el resultado de que la ciudad todavía no cuenta con esta infraestructura (2).

Como se ve, los barranquilleros han enfrentado este problema durante largo tiempo y según Ricardo Plata, Diego Feria (docente encargado de la página web arroyos de Barranquilla) y el profesor Ávila, esto ha incidido en la cultura local. Ellos coinciden en que los barranquilleros tienen un cierto desinterés por el tema de los arroyos. Plata señala que en la encuesta de percepción que ellos hicieron como parte del diagnóstico para “Ciudades Competitivas y Sostenibles”, el tema ambiental más destacado por los barranquilleros fue la calidad del aire y los arroyos no fueron mencionados; Diego Feria observa que en Barranquilla llueve un promedio de 70 veces al año y de ellas 20 veces torrencialmente, por lo que tal vez la gente no considera que se justifique una inversión tan grande para un problema que los afecta relativamente pocas veces (comparado con otros temas que enfrentan diariamente); y, Ávila sugiere que la razón de ese desinterés es la “enajenación”, el hecho de que la gente se acostumbra y adapta a lo que tiene, cosa que en el caso de los arroyos es entendible, al tratarse de un problema con el que la ciudad ha lidiado desde principios del siglo XX y que hasta el momento sigue sin solución.

Pensando en alternativas a tan complejo panorama, el Instituto de Estudios Hidráulicos y Ambientales (IDEHA), en cabeza del ingeniero Humberto Ávila, han adelantado investigaciones sobre Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible, una alternativa tecnológica para regular el efecto de las lluvias en las ciudades y para el caso concreto de Barranquilla, de reducir la peligrosidad de los arroyos, con inversiones que resultan relativamente económicas.

Pero, ¿por qué se están considerando tecnologías sostenibles o de bajo impacto para manejar los arroyos? La principal razón es, que como la ciudad no cuenta con un sistema de alcantarillado pluvial, ahora el proyecto requiere una inversión muy amplia; según Ricardo Plata, asesor para la región Caribe del programa Ciudades Competitivas y Sostenibles, del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) y Findeter “el plan maestro de drenaje pluvial tiene una consultoría que vale US$ 500.000, solamente para hacer los términos de referencia, porque la consultoría para hacer el plan vale entre 5 y 6 millones de dólares”.

Además, Barranquilla posee una compleja hidrología, que incluye al conjunto de arroyos urbanos que desembocan en el río Magdalena y la Ciénaga de Mallorquín. La ciudad está dividida en dos vertientes: la oriental y la occidental. La primera sufre las mayores afectaciones por causa de los arroyos pues allí las calles funcionan a manera de alcantarillado pluvial, llevando las aguas hasta al río Magdalena. En la segunda, por su parte, la mayoría de los arroyos han sido canalizados y desembocan en el “Arroyo Grande” y posteriormente en la Ciénaga de Mallorquín. Así mismo, la vertiente oriental está completamente urbanizada y difícilmente puede expandirse más, al contrario de la occidental que es la zona de expansión de la ciudad.

Estas diferencias, según el profesor Humberto Ávila, de la Facultad de Ingeniería de la Universidad del Norte, en Barranquilla, hacen que no sea posible pensar una única solución a la problemática de los arroyos, pues por un lado debe haber una propuesta que funcione para un sector ya urbanizado de la ciudad y donde cualquier intervención resulta muy costosa, y por el otro, pueden proponerse soluciones para las áreas en expansión, en las cuales podría incorporarse desde ya drenaje pluvial y sistemas de canalización, evitando así la situación a la que llegado la otra parte de la ciudad.

Investigación local aplicada a problemas locales

El IDEHA es un instituto adscrito a la facultad de ingeniería de la Universidad del Norte, que cuenta con una amplia trayectoria en la investigación de problemas hidrológicos y de unos años para acá ha incursionado en el diseño de soluciones tecnológicas para el problema de los arroyos. El proyecto arrancó oficialmente en el año 2010, con el nombre de “Investigación sobre gestión de cuencas para el control de crecientes mediante la evaluación de la efectividad de tecnologías LID (Desarrollos de Bajo Impacto) en zonas urbanas consolidadas”, y la pretensión de evaluar la posible aplicación de dichas tecnologías a Barranquilla. El interés del grupo por el tema y las primeras indagaciones inician en el año 2005, pero es entre 2009 y 2010 que se obtiene financiación por parte de Colciencias (también de la misma universidad y del fondo de las regalías para ciencia y tecnología) y el proyecto arranca de forma oficial. La investigación tiene dos enfoques o áreas prioritarias: 1) La recuperación de las condiciones hidrológicas en zonas urbanas; y, 2) Los planes maestros de drenaje pluvial. La propuesta de los drenajes sostenibles contempla de forma integral la cuenca de cada arroyo, en la idea de saber cómo aprovechar la capacidad de esas cuencas urbanas para reducir las descargas y caudales pico (caudal máximo que alcanza un arroyo durante un intervalo de tiempo específico); la forma de hacerlo es restaurar las condiciones hidrológicas que existían antes del proceso de urbanización, usando infraestructura ya existente en la ciudad o a través de espacios cuyo diseño e implementación no tiene costos prohibitivos. Entonces, el análisis integral de la cuenca de los arroyos está centrado en la capacidad de infiltración del suelo, el almacenamiento de agua, la reducción de la velocidad del caudal, el aumento del tiempo de la retención y el control de la contaminación (los arroyos arrastran múltiples residuos).

Esa infraestructura ya existente que el proyecto desea aprovechar consiste en una serie de tanques de almacenamiento de agua que un buen número de las casas de la ciudad posee, pues por lo menos hasta la primera mitad del siglo XX el servicio de acueducto era intermitente y mediante estos artefactos las personas garantizaban su acceso al líquido; sin embargo, cuando el servicio mejoró y se hizo constante, esos tanques quedaron en desuso. La ventaja es que algunos tienen un volumen de hasta 40m3 y podrían ser utilizados para que cuando llueva parte de la escorrentía entre en ellos, sea almacenada por un tiempo prudencial (24 horas, por ejemplo) y luego se deje salir nuevamente a las calles, pero de forma lenta y postergada en el tiempo, disminuyendo así su impacto. Ahora bien, lo ideal no es sacar a las calles la totalidad del agua almacenada en los tanques; por esa razón, se han contemplado tecnologías complementarias como los jardines de lluvia (para esto, se requeriría modificar los jardines actuales, removiendo el suelo, para conseguir una mayor capacidad de infiltración), los techos verdes y los pozos de infiltración, que ayudarían en la reducción del caudal de los arroyos y retendrían parte de esa agua acumulada.

Para lograr que una casa se convierta en una herramienta de mitigación de los arroyos, bastan algunas adaptaciones que son relativamente sencillas y económicas, como conseguir que el techo de drene hacia un solo punto desde el que el agua se conduciría al tanque de almacenamiento. Ya con el agua en el tanque, se necesitaría conducirla al jardín, a través de una pequeña estructura hidráulica. La idea es que el sistema sea autónomo y no requiera mantenimiento excesivo, sin que represente un riesgo de inundación para el predio. De momento no se ha contemplado la posibilidad de tratar el agua lluvia y usarla en las viviendas, pues el agua no puede estar por mucho tiempo en los tanques, o de lo contrario, en el siguiente aguacero no habrá espacio para almacenar la nueva escorrentía.

En la primera fase de la investigación se han hecho análisis en tres cuencas: las de los arroyos de la 93, la 84 y Country (los arroyos están identificados con el nombre de la calle por la que bajan), para evaluar si en estas es posible implementar drenajes sostenibles, de acuerdo a la velocidad, caudal y calidad del agua. Por medio de modelos matemáticos, los investigadores de la Universidad del Norte han calculado en cuanto se reducirían los efectos de los arroyos, de implementarse dichas tecnologías; según el profesor Ávila, para un evento de 50mm de lluvia los efectos serían los de uno de 20 a 25mm, reduciendo a la mitad los daños a la infraestructura y el riesgo para la población barranquillera.

Por su parte, la segunda fase consiste en aplicar las tecnologías de drenaje sostenible en una cuenca, la del arroyo de la 93: para esto, ya se tienen identificados algunos edificios con tanques en los que podría iniciarse la prueba piloto. Este proceso requiere de colaboración por parte de los dueños de las casas seleccionadas, razón por la que se iniciará en viviendas de estudiantes de ingeniería civil que estén involucrados en el proyecto, para posteriormente, si la prueba tiene éxito, expandir el programa a otros sectores de la ciudad. Una vez implementado el sistema, el siguiente paso sería la conformación de un grupo encargado de monitorear su funcionamiento, para analizar su incidencia en el caudal de arroyo, verificar así las proyecciones iniciales de reducción y realizar los ajustes necesarios.

Algo interesante de este proyecto es que con el tiempo el tema de los arroyos y los drenajes sostenibles se ha convertido en parte de la formación de los futuros ingenieros de la universidad, pues se ha integrado tanto en los contenidos de la asignatura “Drenajes Urbanos” (una de las básicas del pregrado) como en los programas de posgrado. Según el profesor Ávila, la mejor forma de incentivar el interés por temas como los arroyos, no es crear nuevas asignaturas sino modificar en este sentido los currículos de las que ya se ofrecen, con el fin de formar profesionales que puedan realizar investigaciones y diseñar soluciones para problemáticas locales. Pero no solamente eso, los investigadores esperan que el proyecto no sea únicamente una investigación académica, sino que a través de sus resultados se pueda incidir en la política pública de la ciudad; por esa razón, presentaron una propuesta a la alcaldía en la que se exponen los principales beneficios de implementar un sistema de drenajes sostenibles y han logrado que conceptos como “ciudades sostenibles”, “ciudades verdes” y “drenajes sostenibles” hayan sido tomados en cuenta por el gobierno distrital e incluidos en el POT (Plan de Ordenamiento Territorial). Entonces, se ha promovido la apropiación del tema tanto al interior de la academia como a nivel del gobierno local, hecho que podría darle continuidad a la propuesta, de implementarse en el futuro.

También es relevante que el IDEHA está empezando a formar lazos con otras universidades que están investigando problemas hidrológicos de distintas ciudades del país. Para tal fin, se creó el “Grupo de Interés en Hidrología Urbana”, conformado por profesionales de las universidades Javeriana, Andes, Nacional y Uninorte. Estas alianzas son importantes, pues a nivel hidrológico cada ciudad del país tiene una problemática distinta pero que guarda ciertos elementos comunes; esta es una razón de peso para espacios de intercambio científico-técnico, desde los que puedan formularse propuestas concretas para cada ciudad, pero atendiendo a un marco nacional. Finalmente, los investigadores del IDEHA han buscado que la investigación tenga una amplia difusión y se han esforzado para que más allá del público académico también se conozcan sus propuestas, especialmente a través de la prensa escrita, hecho que resulta muy útil teniendo en cuenta lo señalado anteriormente sobre el desinterés ciudadano en el tema de los arroyos (3).

Commentaires

Frente a problemas como los arroyos tiende a pensarse que hay una única opción para enfrentarlos: en este caso, la construcción de un alcantarillado pluvial. Sin duda, esta es una alternativa estructural y podría decirse que definitiva, pero cuyo costo es alto y su construcción compleja, en zonas urbanas consolidadas. Precisamente, el profesor Ávila llama la atención sobre la importancia de considerar las alternativas posibles y la forma de combinarlas, pues probablemente la ciudad necesite implementar tecnologías distintas para las vertientes oriental y occidental. Sobre esto, el historiador de la tecnología David Edgerton dice que en cuanto a tecnologías siempre deben tenerse en cuenta las alternativas, pues por lo menos a nivel económico, la importancia de una tecnología debe medirse en comparación con las opciones existentes y no como si fuera la única; lo que sucede, dice el historiador, es que por lo general esas opciones son invisibles pues “en general, preferimos las mejores técnicas, aunque las alternativas se perfeccionen” (4).

Una de esas alternativas es la que está explorando el IDEHA, una que aunque técnicamente no resulta de alta complejidad es económicamente viable, al usar infraestructura ya construida o requerir simplemente adaptaciones menores. Este tipo de tecnologías se conocen como “tecnologías apropiadas”, es decir, las que atienden al contexto local de implementación y tienen en cuenta las características ambientales, sociales y culturales de la comunidad a la que están destinadas. El concepto fue formulado por el economista Ernst Fritz Schumacher para referirse a tecnologías sencillas, de fácil acceso, que no son de punta pero tienen cierto grado de sofisticación, no requieren la explotación de trabajadores y no contaminan el medio ambiente (5). Por todo lo señalado, la propuesta de los Drenajes Sostenibles parece cumplir con las características de una “tecnología apropiada”.

Incluso, pensando en términos de cambio climático, este es un proyecto con una idea fuerte de sostenibilidad; sus investigadores son conscientes de que se requiere planear a largo plazo para lograr una verdadera adaptación. Aunque los arroyos no son un efecto directo del cambio climático, las alteraciones en el clima sí pueden intensificar sus efectos, especialmente ante la ausencia de alcantarillado pluvial, tal como lo plantea el profesor Ávila en un artículo en el que explica la relación los drenajes pluviales y el cambio climático para el caso concreto de Barranquilla (6). Precisamente en contextos de crecimiento urbano sin planificación adecuada, recursos escasos y poco interés ciudadano, los gobiernos locales podrían considerar como una política pública de adaptación al cambio climático la promoción de “tecnologías apropiadas”, apoyando a grupos de investigación académica que estén investigando sobre ellas, ya que como en el caso de los drenajes sostenibles son viables económicamente, involucran a la población y aunque no son soluciones definitivas pueden reducir significativamente los riesgos.

Bibliographie

NOTAS

(1) www.barranquilla.gov.co/index.php?option=com_content&view=article&id=28:informacion-general&catid=44:conoce-a-barranquilla&Itemid=119&lang=es, consultado el 31 de agosto de 2013.

(2) www.arroyosdebarranquilla.co/pedagogia/antecedentes-historicos, consultado el 31 de agosto de 2013.

(3) m.elespectador.com/noticias/nacional/articulo-414377-una-salida-al-eterno-drama-los-arroyos, consultado el 01 de agosto de 2013. Nota de prensa que le dedica el diario nacional Espectador a la investigación del IDEHA.

(4) upcommons.upc.edu/revistes/bitstream/2099/768/7/innovacion_uso.pdf, consultado el 04 de agosto de 2013.

(5) pensarcontemporaneo.files.wordpress.com/2009/09/gestion-de-ecosistemas-y-tecnologia-apropiada.pdf, consultado el 04 de agosto de 2013.

(6) www.redalyc.org/pdf/1210/121025826010.pdf, consultado el 04 de agosto de 2013.

 

Voir Aussi