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El río como corazón y las laderas como pulmones del Valle de Aburrá (Colombia): la apuesta del Plan Bio 2030

Una estrategia de ocupación territorial en procura de la equidad y sostenibilidad de una metrópoli

By Angela Vejarano

September 10, 2013

En el año 2011, la Alcaldía de la ciudad de Medellín (Colombia), el Área Metropolitana del Valle de Aburrá donde se encuentra inmersa esta entidad territorial, y el Centro de Estudios Urbano Ambientales-urbam de la Universidad EAFIT adelantaron un ejercicio de planificación denominado Plan Bio 2030. Se busca luchar contra la deforestación en las laderas y el aumento del riesgo de derrumbes y deslizamientos, vigorizados por la variabilidad climática y las consecuentes precipitaciones cada vez más recurrentes en la región. Ante este panorama, el Plan Bio 2030 propone una visión estratégica para el Área Metropolitana, donde se conciba al Río como el “corazón” y a las laderas como los “pulmones” del Valle de Aburrá, de forma que el territorio se adapte a los crecientes riesgos que representa el Cambio Climático.

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En el marco del proyecto “Ciudades colombianas y cambio climático”, trabajado en conjunto con la Agencia Francesa para el Desarrollo, Fedesarrollo y la Fundación Ciudad Humana; el Instituto de Investigación y Debate sobre Gobernanza identificó diferentes experiencias que buscan la adaptación y/o mitigación del Cambio Climático. Una de ellas fue el Plan Bio 2030, un ejercicio de planificación estratégica que propone un modelo de ocupación territorial en el Valle de Aburrá (Colombia) hasta el año 2030. Este Plan considera dentro de sus lineamientos la afectación nociva del Cambio Climático en la zona, que por su geografía y ocupación es particularmente vulnerable a los riesgos que se acrecientan con el fenómeno.

 

El Valle de Aburrá se encuentra inmerso en la cordillera occidental de Colombia, a la altura del departamento de Antioquia, cuya capital es Medellín. Allí, numerosas montañas y cerros custodian todo el largo del río que lleva el mismo nombre de la ciudad. Pese al bello paisaje que conforman las verdes elevaciones, y en su abismo, una rica fuente hídrica para los municipios de la zona; el Valle de Aburrá es también “el hogar de una variedad de riesgos, (…) con una larga historia de desastres por deslizamientos”, los cuales son generados tanto por la geografía del territorio, como por los asentamientos de los cerca de 284.000 habitantes que residen en viviendas precarias ubicadas en las pendientes. Es así como desde la última década han ocurrido más de 2.000 deslizamientos, a partir de los cuales se han generado diferentes iniciativas para controlar la expansión urbana en las laderas, pues la deforestación que ésta implica, torna frágil el territorio inclinado sin árboles que le den agarre. Entonces, bajo la premisa de que no es conveniente la ocupación territorial en los cerros del Valle, y, en su lugar, es mejor procurar la densidad demográfica en el borde del Río; la Alcaldía de Medellín, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá y el Centro de Estudios Urbano Ambientales-urbam de la Universidad EAFIT, buscaron en 2011 la manera de tratar el problema de la ocupación del territorio a través de un plan a largo plazo, en función de lo ambiental y de la integración de las entidades territoriales del Valle de Aburrá.

Son nueve (09) los municipios que se agrupan en el Área Metropolitana y que conforman el Valle de Aburrá: Barbosa, Girardota, Bello, Copacabana, Itagüí, La Estrella, Sabaneta, Caldas y Medellín (éste último, con una población de aproximadamente 2’420.000 habitantes, constituyéndose así en el núcleo de la metrópoli). De acuerdo con Alejandro Echeverri, director del Urbam, los límites políticos de los municipios han hecho que en la planificación territorial no se aborde de forma sistémica temas como la movilidad o el medio ambiente, los cuales no deberían comprenderse de forma aislada por cada entidad territorial. Así mismo, los avances existentes sobre normas, planes o programas que de alguna forma apuntan a la ocupación del territorio, se han hecho de forma sectorizada según diferentes áreas disciplinarias como hábitat, movilidad, protección de ecosistemas y espacio público. Por estas razones, el Plan Bio 2030 contiene una visión estratégica e integral del territorio, construida a partir del estudio juicioso del mismo y de la revisión de todos los planes vigentes o aquellos más importantes en estos últimos quince (15) años, como los planes de ordenamiento territorial de cada municipio, los planes maestros de movilidad, los planes de ordenamiento y manejo de cuencas, entre otros. Estos insumos contribuyeron a la definición de los Sistemas Estructurantes del Área Metropolitana: “Medio Ambiente, Paisaje y Espacio Público” y “Movilidad y Transporte”, cuyo desarrollo ayuda a “promover desde el ordenamiento territorial la consolidación de una metrópoli equitativa, sostenible y competitiva”. De estos dos Sistemas se derivan los elementos estratégicos que el Plan propone, tales como la potenciación de todo el capital natural del Área como espacio público para su recuperación y uso funcional, y la consolidación de un sistema de transporte ambientalmente sostenible y que propicie la compactación, accesibilidad e integración de las ciudades.

Ahora bien, los escenarios territoriales en los que estas estrategias se aplicarían son el Río y las laderas. Pese a que el Valle también cuenta con el escenario de la llanura, son los anteriores aquellos que el Plan prioriza debido a que allí se evidencian de forma crítica los problemas de ocupación y desarrollo sostenible que se buscan solucionar o manejar. De esa manera, el Río representa el reto de consolidarlo como el “corazón” del Área Metropolitana, alrededor del cual se generen procesos de recuperación ambiental y uso ciudadano al mismo tiempo. Se propone entonces que alrededor de algunos de sus tramos se construyan infraestructuras que re-dirijan correctamente el crecimiento de las ciudades, evitando la expansión hacia las laderas al compensar con edificaciones que rodeen el Río. Precisamente, el control del crecimiento urbano se constituye en el desafío del segundo escenario territorial, pues a través de la conformación de espacio público y productivo se busca contener el esparcimiento de la población hacia las partes elevadas de las laderas, conformándolas paralelamente como los “pulmones” del Valle al conservar y restaurar su ecosistema. Esto se relaciona con el proyecto “Re-habitar las laderas” que adelanta el Urbam, en el cual se plantean opciones como la generación de eco-huertas en los cerros, la promoción de la apicultura para el aprovechamiento de las praderas y la restauración de capas vegetales continuas. De esa manera, no sólo se llegaría al uso sostenible del territorio de ladera, sino que también se propiciarían procesos de auto-regulación para evitar nuevos asentamientos.

Los anteriores Sistemas Estructurantes y escenarios territoriales que plantea el Plan Bio 2030, fueron adoptados por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá mediante el Acuerdo Metropolitano número 13 del día 28 de Octubre de 2011. Esto significa que lo que propone el Plan se encuentra ya regulado como una norma que los municipios del Área deben seguir en sus planes de ordenamiento territorial-POT, específicamente, en los aspectos referentes a su relación con la metrópoli. No obstante, la incorporación de los lineamientos expuestos por el Acuerdo Metropolitano en los planes de los municipios aún no se ha llevado a cabo en su totalidad debido al poco tiempo transcurrido desde su aprobación. Echeverri agrega que el “Plan es un primer paso para que en la revisión de los POT [que por ley se debe realizar este año] se incorporen algunos elementos”, pero que depende de temas políticos que las Alcaldías de los municipios realmente los implementen.

Así, durante los próximos meses se espera que el Plan Bio 2030 del Área Metropolitana del Valle de Aburrá sea retomado por las autoridades locales, de manera que el modelo de ocupación territorial que se propone no se quede en ideas que simplemente “deberían” aplicarse. Pese a que son pocas las acciones que los municipios han tomado en el marco del Plan, Echeverri resalta que éste ha sido vital en la puesta del problema de las laderas y el Río en las agendas gubernamentales. Es decir, actualmente hay un consenso general sobre la prioridad que significa este tema para las Administraciones municipales y el Área Metropolitana, algo de lo que se carecía hace unos años: “Ahora esto es un tema cotidiano. Antes las laderas y los bordes no eran una preocupación de esta ciudad. En diferentes gremios, está puesto el tema como algo importante”. Y, en esa medida, existe un avance significativo en el reconocimiento de problemas concretos que se vigorizan con el fenómeno del Cambio Climático. Efectivamente, “lo central en la formulación del Plan Bio 2030 fue el Cambio Climático -a través de los temas de bordes y sistemas naturales- pero desde una visión de aplicación real, generando el diálogo entre una visión proteccionista y urbana”, puntualiza el director del urbam.

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La experiencia del Plan Bio 2030, pone en evidencia la creciente tendencia de asociación entre entidades territoriales, favorecida por la reciente sanción en 2011 de la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, donde se regulan algunos aspectos para la conformación y funcionamiento de Regiones Administrativas y de Planificación, así como de Áreas Metropolitanas, por ejemplo. En particular, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá “ha convocado durante treinta años el trabajo conjunto de los municipios que la conforman, de manera continua e ininterrumpida” pese a las limitaciones en la legislación colombiana sobre el tema, tal como lo expresan el ex alcalde de Medellín Alonso Salazar y Mauricio Facio Lince, ex director del Área Metropolitana, entonces impulsores de la formulación del Plan Bio 2030. Es así como esta región ha logrado importantes avances en materia de movilidad intermunicipal y la prestación unificada de servicios públicos domiciliarios en toda el Área.

Lo anterior, permite reflexionar sobre la pertinencia de medidas que enfrenten el Cambio Climático pensadas no sólo para las cabeceras urbanas de las ciudades colombianas, sino también para la región donde se encuentran inmersas. Más aún, si se considera que, ante la complejidad geográfica de Colombia y el crecimiento demográfico constante de las ciudades, la vulnerabilidad hacia el Cambio Climático se acrecienta por fenómenos como deslizamientos o inundaciones, haciendo necesario un ejercicio juicioso de planificación de ordenamiento del territorio.

Efectivamente, y en relación a otros procesos de planificación que se adelantan en la ciudad de Bogotá, parece haber un consenso sobre la necesidad de reducir la expansión de viviendas hacia los cerros y promover, en su lugar, la densificación en las partes planas de las ciudades (de ahí el título de este documento, que es también uno de los lemas del Plan Bio 2030). En este orden de ideas, ¿qué tipo de proyectos lograrían el modelo de ocupación territorial que propone el Plan? Actualmente, en Medellín se debate la estrategia del “Cinturón Verde” presentada por la Alcaldía, donde se propone inversión en distintos proyectos, equipamientos e infraestructuras que se ubicarían en las laderas con el fin de controlar y compactar la expansión urbana. Sin embargo, este proyecto ha suscitado algunos cuestionamientos, especialmente desde el Urbam, pues preocupa que la inversión en estos equipamientos sea un foco de atracción para el crecimiento demográfico donde precisamente se debe evitar. Así pues, se denota que, en la práctica, aún hay un camino por recorrer para la generación de consensos sobre cómo realmente se lograría el modelo de ocupación que plantea el Plan Bio 2030.

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