Primero, el vocabulario clásico y el lenguaje escolar que se usan frecuentemente para describir los fenómenos de globalización no logran capturar el cambio fundacional que se produjo recientemente en el mundo.

Segundo, parte de la producción actual de lo político se hace por medio de modalidades no formalizadas. Se trata entonces de descifrar esas prácticas políticas no formalizadas que no se entienden con las categorías clásicas de la academia como son por ejemplo las categorías de “global” o de “nacional”.

Tercero, el Estado, en su interioridad no es igual que antes. A pesar de que físicamente, sus fronteras no hayan cambiado en los últimos tiempos, su interioridad se ha transformado mucho por medio de los fenómenos de globalización.

Por lo tanto, hace falta recuperar categorías políticas viejas como son “territorio” , “autoridad” y “derecho” para poder aclarar los fenómenos políticos actuales. Esas categorías se encuentran en todas las formas organizativas de las sociedades pasadas.

Si bien el Estado-Nación sigue siendo una categoría importante, se produjeron últimamente cambios fundacionales en el ensamblaje “territorio”-“autoridad”-“derecho”. Algunos componentes del Estado, como son por ejemplo los ministerios de finanzas, los bancos centrales, las instituciones de comercio y las instituciones que se encargan de los derechos de propiedad intelectual, han ganado mucha fuerza y poder por medio de la globalización económica.

El Estado ha desarrollado muchas capacidades para manejar lógicas globales ; el Estado tiene que hacer un trabajo de adaptación permanente a las nuevas lógicas de la globalización. El poder ejecutivo ha ganado mucha fuerza en su relación con el poder legislativo y se ha vuelto un nuevo hogar institucional para nuevos manejos globales. Se nota incluso una creciente domesticidad del poder legislativo por el poder ejecutivo.

De la misma manera, el Estado es una entidad muy compleja y muy flexible que ha logrado crear una serie de espacios particulares, altamente especializados al interior de cada Estado-Nación. Esos espacios están manejados por firmas globales y por actores transnacionales.

Los nuevos ensamblajes globales que constituyen por ejemplo las jurisdicciones internacionales o la economía global no han nacido de manera inmediata ; se han “hecho” y “fabricado” poco a poco por un conjunto de prácticas materiales. De la misma manera, el poder nunca nace así, se “hace” y se “fabrica”.

La creciente distancia entre los individuos y el Estado-Nación ha permitido la producción de nuevas formas de solidaridad comunitaria. Además, la difusión de las nuevas tecnologías de la información ha permitido la creación de nuevos imaginarios sociales. Las consecuencias de esos dos fenómenos han sido la producción de una solidaridad transnacional y una rápida desnacionalización de la comunidad de pertenencia.