El autor se interroga sobre el futuro de la democracia en la región. Desde su punto de vista, la discusión principal frente al surgimiento de los nuevos gobiernos no reside tanto en determinar su orientación populista, neopopulista, de izquierda o de derecha sino más bien en preguntarse si la democracia seguirá siendo viable con ellos. Hoy se puede considerar que ha habido un aprendizaje social para valorar la democracia y que ésta se sostiene por sí misma. La prueba de ello es que la mayoría de las crisis se dan respetando las instituciones y la vía constitucional. Por otro lado se puede también constatar un incremento de la participación política en muchos países. Ésta no se da por la vía tradicional de las elecciones y la opinión publica pero si se puede ver en la emergencia de los nuevos movimientos sociales de indígenas, mujeres, etc. Frente a éste panorama el desafío democrático que enfrentan los nuevos gobiernos es que su legitimidad depende de su capacidad a dar respuesta a las demandas derivadas de una creciente participación política. El desafío es entonces una cuestión de gobernabilidad.

En el caso argentino, el gobierno de Kichner logro éxitos macro-económicos y sociales importantes pero a nivel político hubo un problema de construcción de consenso con los partidos políticos que desembocó en un afianzamiento de la imagen personal del presidente. Se puede pensar que el triunfo de su esposa va a permitir un avance en los diálogos con las instituciones, lo que quizás le permitiría volver al poder dentro de cuatro años con un margen mas amplio de gobernabilidad.