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Análisis

Las cuestiones conexas de la violencia y de la seguridad son unas de las temáticas centrales para poder entender las dinámicas sociales en América Latina. Durante la última década, muchas políticas públicas de seguridad han tratado de bajar los altos niveles de violencia y de inseguridad que conocen los países latinoamericanos pero sin tener mayor éxito en la realización de esos objetivos. Aparte de unas pocas excepciones, los gobiernos latinoamericanos no han podido poner en marcha políticas de seguridad novedosas que resulten eficaces en la protección de todos los ciudadanos.

Contenido

Las temáticas conexas de la violencia, del crimen organizado, de las bandillas de jóvenes, de los grupos delincuentes y de la inseguridad son centrales para entender las dinámicas de las sociedades latinoamericanas. Latinoamérica es una de las regiones más violentas del mundo. La tasa de muertes violentas y la tasa de homicidios cometidos por arma de fuego, aunque hayan bajado esos últimos años, siguen siendo unas de las más altas del mundo ( véase conférence nº 37 ).

De manera diaria, la violencia, que sea política o de carácter delincuente pone en tela de juicio a la institucionalidad en Latinoamérica y debilita sumamente al Estado de derecho ( véase conférence nº 38) . En ciertos países, como Guatemala, Honduras, Nicaragua, Brasil y Colombia, la violencia es el factor principal de deslegitimación de las instituciones.

En este contexto de violencia y de inseguridad crónica, en muchos países de la región, la temática de la seguridad se ha vuelto la prioridad principal entre las demandas sociales de la gente. Hoy en día, en tiempo de elecciones, muchos candidatos evocan en prioridad a las temáticas de seguridad y de convivencia ciudadana en sus programas políticos para poder corresponder con las exigencias de la gente. Así, las políticas de muchos gobiernos latinoamericanos buscaron últimamente implementar políticas de seguridad que sean eficaces y sostenibles en el tiempo.

Por medio de esas políticas, durante la última década, los Estados han tratado de bajar los niveles muy altos de violencia y de inseguridad. Entre esas políticas, podemos distinguir entre las políticas de “seguridad de Estado” y las políticas de “seguridad ciudadana”. Las políticas de “seguridad del Estado” ponen la responsabilidad de la seguridad en la acción conjunta del Estado, del Ejercito y de la policía en general. En cambio, las políticas de “seguridad ciudadana” combinan esos mecanismos tradicionales con mecanismos políticos alternativos como son las campañas pedagógicas y el fomento de la cultura ciudadana para realizar los objetivos de seguridad y de convivencia pacífica. Las políticas de seguridad ciudadana tienen como principio fundacional que la seguridad es la responsabilidad de una pluralidad de actores y no sólo de las instituciones del Estado.

Lastimosamente, en la realidad actual, esas políticas de seguridad ciudadana no se diferencian mucho de las políticas tradicionales de seguridad del Estado y tienden a usar métodos muy represivos (véase conférence nº 32). La creciente implementación de políticas de “seguridad ciudadana” en América latina no ha contribuido a bajar el numero de crímenes, de delitos y de hurtos. Por su acción constante de fragmentación de las sociedades locales y de exclusión de los “malos ciudadanos”, esas políticas de “seguridad ciudadana” han contribuido más bien a socavar el Estado de derecho y el monopolio de la violencia, los dos pilares principales de la democracia.

Además, el discurso omnipresente en los medios de comunicación sobre la violencia y el crimen en vez de tranquilizar a los ciudadanos ha tendido más bien a debilitar la convivencia pacífica y a sembrar el terror entre la gente.

En ese panorama sombrío sobre el balance de las políticas de seguridad en América Latina, el caso singular de la ciudad de Bogota figura como una excepción positiva ( vease conférences n° 35 y n° 36 ). Varios mecanismos políticos originales como las campañas pedagógicas impulsadas por el ex alcalde Antanas Mockus y la formacion académica de los policías en temas de derechos humanos han permitido un mejoramiento importante de la situacion de la seguridad en la ciudad. Hoy en día, se nota una buena apropiación de las normas urbanas de seguridad y de convivencia por parte de los habitantes de la ciudad.

Las ultimas elecciones municipales del 28 de octubre de 2007 en Bogota consagraron la victoria de un candidato de un partido de izquierda, Samuel Moreno, del Polo Democrático Alternativo. Este fenómeno electoral representa la confirmación de un cambio histórico importante : la tradicional imagen desvalorizada de la izquierda en Colombia y en Latinoamérica en general con respeto al tema de la seguridad ha cambiado. Hoy en día, la izquierda política ha ganado mucha legitimidad y credibilidad sobre esa cuestión. ¿Cuales han sido las razones que han permitido que la izquierda política estuviese aceptada por la mayoría de los votantes como un actor legítimo de seguridad y de convivencia ciudadana?

Finalmente, uno de los temas de preocupación mas grandes en Latinoamérica frente al tema de la seguridad sigue siendo la expansión masiva de las empresas de seguridad privada en los últimos años. Se observa en muchas partes del continente un incremento de la demanda de guardias privadas y de la misma manera un crecimiento importante de las empresas de seguridad privada. Se nota un fenómeno real de privatización de la seguridad ciudadana aunque debería permanecer a la vez un bien y un servicio público brindado por el Estado. Hoy en día en Latinoamérica, el número de personas trabajando en empresas de seguridad privada es mayor al número de policías que son funcionarios públicos.

Así, la violencia en el caso de las sociedades latinoamericanas se presenta a veces como el principal contexto del actuar de los individuos y por esa misma razón, la demanda de seguridad ha sido creciente durante la última década. Los costos en términos sociales, políticos y económicos de la violencia siguen siendo muy altos.

Hasta ahora, los resultados obtenidos por las políticas de seguridad en términos de reducción de la inseguridad y de la tasa de homicidio por arma de fuego ; de incremento de la confianza institucional y de fomento de la cultura ciudadana han sido muy insuficientes. A parte de unas excepciones notables como en el caso de la ciudad de Bogota, las políticas de seguridad ciudadana no han logrado diferenciarse suficientemente de las políticas tradicionales de seguridad del Estado. No se ha podido comprometer suficientemente a las comunidades locales y a la totalidad de los ciudadanos en la búsqueda colectiva de la seguridad y de la convivencia pacífica. La participación y el control de los ciudadanos han sido muy escasos hasta ahora y no han sido considerados todavía como elementos esenciales de la convivencia pacífica y de la política de seguridad pública, particularmente en contextos urbanos.

En un contexto en el cual las sociedades latinoamericanas se vuelven cada vez más armadas y frente al fenómeno cada vez más fuerte de privatización de un bien público como la seguridad colectiva podemos plantear las siguiente preguntas. ¿Cómo implementar en un futuro el control ciudadano sobre las políticas de seguridad estatales, un ejercicio indispensable a la realización del Estado de derecho ?¿Cómo salir del esquema tradicional de la implementación de políticas represivas que han resultado ineficaces en la realización del objetivo de protección efectiva de los ciudadanos latinoamericanos?

 

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