El proceso de integración centroamericana revive en los años noventa dentro el contexto de los procesos de paz de los países de la región como un proyecto para mantener la democracia a través del regionalismo. Se plantea como un proceso sistémico y amplio que requiere la participación de diferentes actores como los presidentes, los parlamentos nacionales y la sociedad civil. Sin embargo la meta inicial es económica y consiste en lograr una unión aduanera con un marco jurídico apropiado. Mirando la evolución se puede decir que se ha logrado la integración en el ámbito comercial pero en los otros temas lo que existen son esquemas de cooperación. Los problemas que enfrentan los países centroamericanos para consolidar su integración son de varios tipos: la ubicación estratégica cerca a Estados Unidos, el debilitamiento de la capacidad de gobierno de los gobiernos nacionales, la fragmentación y falta de mayorías en los Congresos nacionales, la inflación de proyectos no adaptados a nivel nacional, los marcos jurídicos frágiles, la descoordinación institucional y la identificación misma de la concepción de la integración que tiene cada país. Los desafíos que se presentan apuntan entonces a la creación de un proceso que vaya mas allá de la liberalización del comercio de bienes, regulando otro tipo de cosas y con agendas que abarquen temas no solamente económicos. Los países deben buscar convergencias y una identidad común para lograr consolidar lo que finalmente es un proyecto político de construcción de una región.