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La identidad como base del desarrollo: un elemento fundamental de la gobernanza

El respeto a las identidades locales más allá de las líneas fronterizas constituye un elemento fundamental de la gobernanza en América Latina desde el punto de vista de su utilidad práctica y por ser parte de los derechos humanos.

By Leandro Javier Alvarez

March 18, 2008

¿Por qué es necesario que un sistema político no sólo respete, sino conserve y difunda las identidades de los pueblos sobre los que establece normas? Relación entre identidades y desarrollo, y breve conexión con los problemas fronterizos. Se desarrolla la relación entre identidades y desarrollo, se plantea la conexión de esta problemática con las divisiones que establecen las fronteras políticas, y se explica por qué constituye un tema fundamental para la gobernanza en América Latina.

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¿A qué nos referimos cuando hablamos de identidad más allá de las fronteras en el contexto de una reflexión que aporte ideas constructivas para la gobernanza en América Latina?

No hablaremos de una identidad latinoamericana común a todos los países de este sub-continente, sino de identidades sociales y culturales locales y de la conflictividad que puede representar la existencia de fronteras de Estados nacionales que atraviesan esas culturas. Decimos identidades en plural, porque consideramos que son varias y no una; y decimos locales en sentido amplio, es decir, características que comparten los individuos de una etnia o de un pueblo con diferentes etnias pero con una unidad socio-cultural, pudiendo ser su extensión territorial pequeña o amplia, no sólo referida a la ciudad o al municipio.

Partiendo de estas aclaraciones terminológicas, veamos qué queremos aportar a la noción de gobernanza en América Latina. Nuestra propuesta es la siguiente: un sistema político debe respetar, conservar y difundir las identidades de los pueblos sobre los que establece normas. Para sustentarla recurrimos a dos premisas fuertemente entrelazadas: por un lado, dentro del enfoque que llamamos de utilidad práctica, consideramos que existe una estrecha relación entre identidad y desarrollo humano; por otra parte, desde el punto de vista del enfoque jurídico o del derecho internacional, la conservación y el libre disfrute de las tradiciones y costumbres que hacen a la identidad es un derecho humano que debe ser respetado. Así, buscando aportar a una definición normativa de gobernanza, concluiremos que una nueva forma de concebir las sociedades y gobiernos en América Latina debe respetar las identidades locales.

¿Por qué queremos concentrarnos en las identidades locales –especialmente en la de las comunidades nativas- como parte de los desafíos para la gobernanza en América Latina?

Mucho se ha escrito sobre identidad latinoamericana. Jorge Larraín Ibáñez, quien ha hecho un estudio sobre este tema analizando diversas corrientes de pensamiento, ante perspectivas que buscan la integración de una identidad totalmente estructurada se pregunta: “¿Puede uno hablar de una total unidad cultural dentro de un país?” (LARRAÍN IBÁÑEZ, 1996, pág. 202).

Recorrer los países latinoamericanos puede darnos una idea de la variedad humana, cultural, política y geográfica que tiene este continente de enormes posibilidades pero signado de una historia oscilante entre aciertos y fracasos. Si observamos sus idiomas, origen étnico de sus habitantes y mestizaje, sistemas políticos, creencias, religiones y hasta su geografía y climas, e intentamos responder a la pregunta de si existe algo llamado América Latina como ente único y real, muchos especialistas responderán: sólo como unidad de análisis. Ricardo Ramírez Suárez ha señalado que “la identidad latinoamericana posee rasgos que la hacen muy interesante, empezando por su compleja constitución, ya que en ella convergen muchos elementos (unidad en la diversidad)” (RAMÍREZ SUÁREZ, 1999, pág. 46). Sabemos que el término América Latina se difundió desde su utilización por parte del imperio francés de Napoleón III como estrategia comunicacional para promover su invasión a México en detrimento de la ocupación anglosajona; es decir, su antecedente “colonialista” es peyorativo para los mismos latinoamericanos.

Como contrapunto, América Latina tiene una innegable unidad prehistórica (según las teorías del origen de su población), histórica (especialmente desde la etapa de la conquista de las Indias Occidentales por parte de los Estados europeos) y geográfica (desde el punto de vista continental, si miramos un planisferio). Y en las últimas décadas, los procesos de integración regional han fortalecido los lazos entre sus países. Estos fenómenos han contribuido a la visión de América Latina como unidad, más allá de la retórica del gobierno estadounidense y de ciertos gobiernos europeos.

No obstante, en detrimento de la ambivalencia de una única identidad latinoamericana preferimos concentrarnos en las identidades locales, de indudable existencia para las ciencias humanas. Creemos que son éstas identidades las que deben ser tenidas en cuenta, luego de haber pasado por largos períodos históricos de avasallamiento que no han conducido al desarrollo económico sustentable ni a la estabilidad política de la región.

Enfoque de la Utilidad Práctica: el Desarrollo Humano

Respetar las identidades locales, desde el uso de idiomas nativos, costumbres agrarias, artesanales y productivas en general, religiosas, medicinales, educativas, ecológicas y hasta los procesos de toma de decisión política –en concordancia con los modelos de democracia participativa-, puede tener una gran utilidad práctica para el desarrollo humano.

La homogeneización y occidentalización de los pueblos nativos de América Latina producida a partir del siglo XVI durante la Conquista de América por medio de los gobiernos virreinales y continuada por muchos gobiernos republicanos desde el siglo XIX han coincidido, al menos cronológicamente, con modelos de subdesarrollo económico y violación de los derechos humanos en todo el continente. Las migraciones forzadas desde áreas rurales hacia las urbes o zonas de explotación de recursos, y el paso de sociedades de modelos socio-económicos tradicionales hacia sociedades capitalistas de modelos de acumulación, han llevado al empobrecimiento de la mayoría de la población nativa para satisfacer el colonialismo europeo, la extracción de materias primas y al desposeimiento de tierras, al igual que lo sucedido más tarde en el continente africano (Cfr. BOURDIEU, 2006, págs. 43-44 y 72). Tomando el caso particular de Colombia, Luis Evelis Andrade Casama, de la Organización Nacional Indígena, ha señalado que los “pueblos indígenas han perdido hasta el 95% de su territorio ancestral, lo cual los ha obligado al desplazamiento y subsidiariamente a la descomposición como entidad colectiva y cultural” (ANDRADE CASAMA, 2006, pág. 26).

Algunos de los lamentables efectos negativos de las políticas de migraciones y expropiaciones forzadas y su consecuente desguace de identidades ya no son del nivel local o nacional, sino que se han transformado en un problema regional y global, lo que demuestra el alto grado de interdependencia entre los niveles de gobernanza y la conveniencia de trabajarlos en conjunto, como ha señalado Pierre Calame (Cfr. CALAME, 2003). El agotamiento de los recursos naturales, el efecto invernadero, la contaminación de aguas dulces, la tala ilegal de especies autóctonas y la desertificación –con efectos a nivel global- son productos de comportamientos saqueadores de la naturaleza impensados para las identidades locales nativas de América Latina, cuyas cosmovisiones se centran en el cuidado de la naturaleza. La vinculación de las poblaciones originarias con el resguardo de la naturaleza ha comenzado a comprenderse y aprovecharse en países como Perú, donde se implementa la utilización de las comunidades nativas, mediante el reconocimiento de la propiedad de las tierras que ocupan, para vigilar las zonas reservadas naturales. Tal es el caso de Manu, ubicada en los departamentos de Cusco y Madre de Dios, declarada como reserva de biosfera por la UNESCO en 1977, donde comunidades Matziguengas desempeñan un importante rol; y más recientemente en la creación de la Reserva Comunal El Sira, ubicada en los departamentos de Pasco, Huánuco y Ucayali, conducida por las comunidades Ashaninka, Yanesha y Shipibo-Conibo conjuntamente con el Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA). Y a nivel regional y global, el Programa Conocimientos, Tecnologías y Prácticas Tradicionales en la Lucha Contra la Desertificación y Mitigación de la Sequía en América Latina y el Caribe, adoptado en el marco de la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) e impulsado por Perú, se basa en la “existencia de sistemas de conocimientos tradicionales referidos a su entorno natural, producto de un largo proceso de relación entre las comunidades indígenas, recursos naturales y su ambiente” (ÁNGELES LAZO, 2007). Estas políticas transversales de cooperación entre distintos niveles, a través del reconocimiento territorial de comunidades nativas o de la utilización de sus conocimientos al cuidado de los recursos, además de fomentar el cuidado del medioambiente necesario para un desarrollo sustentable, promueven a largo plazo un desarrollo basado en el conocimiento, sustituyendo la falta de un crecimiento económico generado por la explotación de recursos agotables.

La idea de que para lograr altos niveles de desarrollo humano es fundamental el respeto de lo local ha sido defendida por Von Haldenwang. En un artículo realizado para la CEPAL, propone una “gobernanza sistémica” como marco conceptual para evaluar las tendencias de los sistemas políticos a bloquear o a promover las reformas que tienden al bien común. Hablando de los proyectos de gobernanza en un nivel meta –el más amplio según su clasificación- nos dice: “Si el desarrollo es un proceso que supone comportamientos dirigidos a alcanzar determinados objetivos, el potencial de desarrollo de una sociedad dependerá considerablemente de su capacidad para proponerse metas y perseguirlas. Esto se aplica tanto a las naciones como a las comunidades locales. La identidad social y los objetivos son requisitos fundamentales para movilizar y concentrar recursos públicos y privados con miras a superar los obstáculos al desarrollo. Esto tiene especial importancia en etapas de cambios y ajustes estructurales, en las que las sociedades se ven obligadas a abandonar las trayectorias de desarrollo tradicionales y a crear nuevas estructuras y procedimientos” (VON HALDENWANG, 2005, pág. 41). Von Haldenwang no habla del respeto a la identidad de las poblaciones nativas en particular, pero deja bien en claro la relación entre identidad social, comunidad local y desarrollo.

Debemos advertir que tampoco nosotros nos referirnos a la identidad de los pueblos originarios como la única identidad a respetar en forma exclusiva, ni pretendemos un modelo de desarrollo para América Latina que nos lleve a un pasado nativo y elimine la presencia europea en el continente. Ni proponemos el rediseño de fronteras nacionales. Pero gran parte de la población aún está arraigada en tradiciones ancestrales que conviene respetar para disminuir la conflictividad social que genera el sentimiento de explotación, y por su utilidad práctica y directa para el desarrollo. En este sentido, Robert E. Rhoades, de la Universidad de Georgia, promovió una investigación en el cantón ecuatoriano de Cotopaxi con el objeto de explicar la convergencia del desarrollo sustentable con la autodeterminación de las comunidades indígenas. En su trabajo señala que “la búsqueda de sustentabilidad es una tarea local, no sólo porque cada comunidad es única en términos ecológicos y culturales sino porque sus ciudadanos y ciudadanas tienen necesidades y requisitos específicos relacionados con su entorno” (RHOADES, 2006, pág. 24).

Enfoque Jurídico: el Derecho Internacional

El enfoque que hemos llamado utilidad práctica del respeto de las identidades para promover el desarrollo como elemento fundamental de la gobernanza se ve complementado por el enfoque jurídico, más específicamente de los derechos humanos.

La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó en su sesión del 13 de septiembre de 2007 la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas en la que se reconoce:

  • el goce de los derechos humanos a los indígenas como pueblo o personas;

  • su libre determinación, autonomía y autogobierno en las cuestiones relacionadas con sus asuntos internos o locales, y la posibilidad de participar en la vida política, económica, cultural y social del Estado si así lo desean;

  • el derecho a no sufrir la asimilación forzada o la destrucción de su cultura;

  • el derecho a no ser desplazados por la fuerza de sus tierras o territorios;

  • el derecho a manifestar, practicar, desarrollar y enseñar sus tradiciones, costumbres y ceremonias espirituales y religiosas;

  • el derecho a una educación en sus propios idiomas;

  • el derecho a sus propias medicinas tradicionales y a mantener sus prácticas de salud, incluida la conservación de sus plantas medicinales, animales y minerales de interés vital;

  • el derecho a determinar su propia identidad o pertenencia conforme a sus costumbres y tradiciones;

  • el derecho a mantener y desarrollar los contactos, las relaciones y la cooperación, incluidas las actividades de carácter espiritual, cultural, político, económico y social, con sus propios miembros así como con otros pueblos a través de las fronteras nacionales.

A su vez, ante posibles conflictos separatistas, la declaración de Naciones Unidas asegura taxativamente que no autoriza o fomenta acción alguna encaminada a quebrantar la integridad territorial o la unidad política de Estados soberanos e independientes (AGN ONU, 2007, varios artículos de la declaración).

En la misma línea se enmarca el proyecto de la Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas que actualmente trata la Organización de Estados Americanos (OEA). La iniciativa fue presentada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1997 y está siendo estudiada desde el año 1999 por un Grupo de Trabajo de la Comisión de Asuntos Jurídicos y Políticos del Consejo Permanente de la organización. Luego de la aprobación de la declaración por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas, el proyecto ha tomado nuevo impulso y posiblemente sea aprobado en 2008.

Podemos decir entonces que los derechos de los pueblos indígenas, incluido el respeto a sus identidades, si bien aún no está fijado en normas vinculantes, conforman un derecho autónomo en formación. Actualmente obliga en calidad de consuetudinario y está en vías de ser parte del derecho internacional vinculante. En cuanto a que podemos considerarlo parte de los derechos humanos y su violación denunciable ante tribunales regionales e internacionales, es parte del Estado de Derecho básico para la organización de la sociedad. Y por eso entendemos que es fundamental para la gobernanza.

Las Fronteras Políticas como Fractura de las Identidades Locales

En muchas ocasiones las fronteras políticas han constituido –en el pasado- y constituyen –actualmente- fracturas en el derecho a la identidad cultural, social, política, religiosa de poblaciones originarias. Pueden diferenciarse al menos dos causantes de esa fractura:

  • Por una parte, las fronteras políticas se manifiestan en controles migratorios que limitan la libertad de tránsito de los miembros de pueblos indígenas preexistentes a los Estados nacionales y sus límites. Solamente teniendo en cuenta América del Sur, observamos la presencia de mapuches que habitan los territorios de Chile y Argentina; guaraníes en Brasil, Bolivia, Paraguay y Argentina; quechuas y aymaras en Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia; cofanes en Ecuador y Colombia; guajiros en Venezuela y Colombia; arawacos en las Guayanas, Venezuela y Brasil; gran cantidad de pueblos amazónicos en Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y Brasil. El quiebre en la libertad de tránsito ha dividido pueblos con efectos en la práctica de tradiciones, en la educación y en los idiomas (Cfr. SOLÍS FONSECA, 2003, págs. 9-15).

  • Por otro lado, las fronteras significan el límite jurídico del Estado, y en ciertas materias de alta sensibilidad productiva, educacional, cultural y religiosa se producen legislaciones contradictorias. Este es el caso del cultivo y la utilización de la hoja de coca (Erythroxylum coca), que es de uso milenario de pueblos andinos y amazónicos desde Argentina y Chile hasta Colombia, incluyendo el actual Brasil, pero que a causa de la lucha contra el flagelo del narcotráfico internacional encuentra limitaciones y regulaciones diferentes en los países de la región. La educación de estas comunidades también se ha visto fuertemente afectada, tanto en calidad como desde la perspectiva del gasto ineficiente que genera para los gobiernos latinoamericanos que no coordinan esfuerzos en las zonas de fronteras (SOLÍS FONSECA, 2003, pág. 97).

Consideraciones finales

En definitiva, afectando a las identidades de los pueblos originarios, se ha influido en el desarrollo de estas poblaciones, y por ende en el conjunto de Latinoamérica. Creemos que es un desafío para la gobernanza en la región reflexionar y generar medidas concretas para mitigar los efectos de las fronteras nacionales. En este sentido la Declaración de Naciones Unidas mencionada anteriormente, señala que “los pueblos indígenas, en particular los que están divididos por fronteras internacionales, tienen derecho a mantener y desarrollar los contactos, las relaciones y la cooperación, incluidas las actividades de carácter espiritual, cultural, político, económico y social, con sus propios miembros así como con otros pueblos a través de las fronteras” (AG ONU, 2007, art. 36). Lograr la concreción de medidas que hagan efectiva esta declaración debe ser parte de la agenda de los gobiernos y el conjunto de la sociedad latinoamericana.

Hace diez años, en un discurso frente a jóvenes y estudiantes de Beirut, el entonces Secretario General de Naciones Unidas afirmaba que sin buena gobernanza, estado de derecho, administración predecible, poder legítimo y regulación responsable, ninguna ayuda ni medida económica por sí misma llevaría a los países en desarrollo en el camino de la prosperidad (“Without good governance, without the rule of law, predictable administration, legitimate power and responsive regulation, no amount of funding, no short-term economic miracle will set the developing world on the path to prosperity”, ANNAN, 1998). Esto fue demostrado con el restringido éxito que tuvieron las medidas propuestas por el Consenso de Washington. Nuestra idea de la gobernanza sigue estas declaraciones de Kofi Annan, conectando desarrollo (enfoque de la utilidad práctica) con estado de derecho (enfoque de los derechos humanos, que incluye el respeto a la identidad).

El respeto a las identidades locales que proponemos como una de las bases de la gobernanza en América Latina se enmarca en nuevas relaciones entre Estado y Sociedad que fueron propuestas por especialistas africanos en un trabajo encargado por el Banco Mundial en vistas a un reporte publicado en 1989 que diagnosticó la causa del subdesarrollo de África como una crisis de gobernanza. Estas nuevas relaciones debían ser desarrollistas (maximizar el crecimiento económico, inducir el cambio estructural y utilizar recursos responsablemente), democráticas y respetuosas de los derechos de los ciudadanos, y socialmente inclusivas (Cfr. MKANDAWIRE, 2004). Y por último, nuestra propuesta sigue las expresiones de Pierre Calame sobre subsidiariedad activa y la importancia de los territorios: “Hay que pensar a partir de lo local. Para pensar las relaciones sólo podemos pensar con los pies en la tierra, partiendo de las realidades locales” (CALAME, 2003, pág. 190).

Bibliografía y enlaces en Internet

  • AG ONU, Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, Resolución aprobada por la Asamblea General, 13 de septiembre de 2007, en www.un.org/esa/socdev/unpfii/es/drip.html (consultado en diciembre 2007).

  • ANDRADE CASAMA, Luis Evelis, “Los sistemas de información sociodemográfica al servicio del “Desarrollo con Identidad”, en CEPAL, 2006.

  • ÁNGELES LAZO, Isaac Roberto, “Palabras de Bienvenida” - Red de Conocimientos, Tecnologías y Prácticas Tradicionales en la Lucha Contra la Desertificación y Mitigación de la Sequía en América Latina y el Caribe, INRENA, Perú, 2007, en www.inrena.gob.pe/desertificacion/conferenciaelectronica/bienvenida.htm (consultado en febrero 2008).

  • ANNAN, Kofi, Discurso frente a jóvenes y estudiantes de Beirut, 21 de marzo de 1998, domino.un.org/UNISPAL.NSF/84d19f9d311abeeb85256dd5006beab7/fbc7c556c27cf47e052565d10074691c!OpenDocument (consultado en diciembre 2007).

  • BOURDIEU, Pierre, Argelia 60. Estructuras económicas y estructuras temporales, Buenos Aires, Siglo XXI Editores Argentina, 2006.

  • CALAME, Pierre, Reinventar la democracia. Hacia una revolución de la gobernanza, París, Descares & Cie, 2003.

  • CEPAL, Pueblos indígenas y afrodescendientes de América Latina y el Caribe: información sociodemográfica para políticas y programas, Santiago de Chile, comp. y ed. por Fabiana Del Popolo y Magally Avila, 2006.

  • DEL POLO, Fabiana - OYARCE, Ana María, “Población indígena de América Latina: perfil sociodemográfico en el marco de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo y de las Metas del Milenio”, en CEPAL, 2006.

  • LARRAÍN IBÁÑEZ, Jorge, Modernidad, razón e identidad en América Latina, Santiago de Chile, Ed. Andrés Bello, 1996.

  • MKANDAWIRE, Thandika, “Good governance. The itinerary of an idea”, en Magazine for development and cooperation, Frankfurt, InWEnt-Development and Cooperation, 10-2004, en www.inwent.org/E+Z/content/archive-eng/10-2004/tribune_art1.html (consultado en febrero 2008).

  • RAMÍREZ SUÁREZ, Ricardo, “Hacia un análisis conceptual de la identidad fronteriza”, en Aldea Mundo: Revista sobre Fronteras e Integración, San Cristóbal, Universidad de los Andes, Año 5, No. 9, mayo–octubre, 1999.

  • RHOADES, Robert E, Desarrollo con identidad: Comunidad, Cultura, y sustentabilidad en los Andes, Quito, Editorial Abya Yala, 2006.

  • SOLÍS FONSECA, Gustavo y Enrique López, Luis: Pueblos y lenguas de fronteras, Lima, UNMSM- Fondo Editorial, 2003.

  • VON HALDENWANG, Christian, “Gobernanza sistémica y desarrollo en América Latina”, en Revista de la CEPAL Nº 85, abril de 2005.

 

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