note de lecture
El agua en México
La relación gobiernos-empresas-privatización y el alto costo social que esto conlleva
Auteur : Varios (Fabrizio León Diez, editor). Edición especial, editado por el periódico mexicano La Jornada
30 août 2007Programme Coproduction de l’action publique
Dossier Activismo ciudadano para la defensa del medio ambiente latinoamericano
Mot-clés : État ; entreprise Biens communs ; Exclusion sociale ; Concertation ; Privatisation des ressources naturelles ; Protection de l’environnement ; Développement Mexique ; Amérique du SudTable des matières
El Libro Agua, editado por el periódico mexicano La Jornada, aborda la problemática de este recurso desde una óptica global así como desde la particular situación mexicana. Está escrito y basado en opiniones de expertos en la materia, sobre todo mexicanos, funcionarios del gobierno federal, en especial de aquellos pertenecientes a la Comisión Nacional de Agua, CONAGUA, así como de textos y balances elaborados por distintos organismos internacionales, como la Organización de Naciones Unidas (ONU), el Banco Mundial (BM), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entre otros. Los dos ejes de este esfuerzo colectivo son el diagnóstico de la situación en que se encuentra este recurso y las posibles soluciones ante el obvio problema existente para lograr que dicho líquido sea mejor aprovechado, no se siga contaminando y se amplíe su distribución.
La cantidad de “oro azul” existente en el mundo es abundante: tres cuartas partes de la superficie terrestre están cubiertas por agua. El problema son las proporciones posibles de consumir: 97.5% es salada; 2.24% es dulce, congelada en los glaciares. Únicamente el 0.26% es posible de usar para consumo humano. Existen 1,700 millones de personas en el mundo que padecen escasez de dicho líquido; las regiones con menos agua son África y Medio Oriente. La más rica es América.
El manejo de la información sobre México en este libro es bastante claro y preciso; la zona con mayor cantidad de agua es el sureste, la cual concentra el 68%. Aquí se asienta el 23% de la población total. En el resto del país la situación es de escasez. Dentro de este panorama entre el 40 y 50% del agua se desperdicia por la mala calidad de la red abastecedora. Se calcula que hay 11 millones de mexicanos, de más de 105 millones, que no tienen acceso a este líquido y 24 millones que no tienen acceso a sistemas de alcantarillado. Del total de agua usada en México, la agricultura usa el 76% y de esa suma se pierde aproximadamente el 60%.
Los datos anteriores ponen de manifiesto una sobre explotación de los acuíferos de dimensión preocupante (de 653 acuíferos, 102 de lo más importantes están sobre explotados). CONAGUA estima que sólo 6% de ellos no están contaminados, mientras diversos investigadores, como Oscar Monroy, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) señalan que todos están contaminados. Esto genera un grave peligro de salud. La misma CONAGUA establece como la cuarta causa de mortalidad infantil las enfermedades diarreicas, ocasionadas en su mayoría por consumir agua contaminada.
Dentro de los distintos capitulados de este libro se da una gran importancia al análisis del proceso de privatización del suministro de agua en el mundo y en México y las consecuencias negativas acarreadas por este tipo de políticas. Durante la pasada administración federal en el país (2000-2006), presidida por Vicente Fox, el primer mandatario federal no proveniente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en más de setenta años, el agua pasó a ser considerada como un asunto de seguridad nacional, es decir un bien estratégico para el desarrollo y la viabilidad de la nación. Sin embargo, desde las reformas constitucionales a la Ley de Aguas Nacionales, dicho recurso pasó de ser considerado un “asunto nacional” a un “bien económico”. Para 2004 se adicionó el concepto de “estratégico”, dice Hernández Gamundi, con lo que “el gobierno redujo la responsabilidad del Estado a la conservación del recurso, pero a partir de la idea de que para garantizarla, y dado que el Estado no es eficiente, la gestión de los servicios de agua potable y saneamiento debía ser privada” (Agua, p. 117).
Estas reformas se hicieron a pesar de que la Organización Mundial de Salud establece que el agua es “fundamental para la vida y la salud; y que la realización del derecho humano a disponer de agua es imprescindible para llevar una vida saludable (…); como derecho humano todas las personas deben tener agua suficiente, asequible, accesible, segura y aceptable para usos personales y domésticos (Agua, p. 116).” No obstante lo anterior, el gobierno del ex Presidente Fox abrió aún más la posibilidad de introducir capital privado en la gestión del agua, mediante la figura jurídica del Banco del Agua.
Esta instancia da la libertad para que la iniciativa privada gestione las operaciones de transmisión de derechos sobre el agua. Hasta ahora, sin usar este mecanismo se han realizado 4 mil 430 transmisiones de derechos, sobre todo en las cuencas que están sobreexplotadas, lo cual pasa a manos particulares alguna parte de la gestión (distribución, cobro, limpieza). El argumento para proseguir con la visión mercantilista del agua es que al comienzo de la administración de Fox, la CONAGUA estimó necesario una inversión anual de 30 mil millones de pesos, para poder cubrir los rezagos en el sector. Por ello, plantean funcionarios gubernamentales, es impostergable el aumento en las tarifas del agua. Lo que no enfatizan es el aumento al consumo de las industrias y el mejor aprovechamiento del líquido por parte de éstas, quienes son las que más usan y desperdician el agua.
El libro pone de relieve que existen fuentes para rebatir las bondades privatizadoras de dicho bien en México, como un estudio realizado por Gerold Schmidt para la organización alemana Pan Para el Mundo, denominado Privatización del agua en América Latina, o el libro La participación privada en los servicios del agua y saneamiento en México, hecho por Rubén Barocio y Jorge Saavedra. En ellos se evidencia que ante la entrada de empresas particulares en alguna parte de la administración del agua no se ha mejorado el servicio, no se ha ampliado de forma importante la red de distribución, mientras que por el contrario, sí han subido las tarifas. También se ejemplifican los casos de la ciudad de Saltillo, al norte de México, donde la empresa Aguas de Barcelona obtuvo la concesión de la gestión del líquido por 25 años y dentro de las principales quejas contra la trasnacional se encuentra el alza de tarifas.
Si bien resulta importante conocer el proceso de privatización del agua en México, sus formas de operar y las facilidades dadas para ello por la ley, el libro no hace ningún balance en números sobre los beneficios o los costos que esto ha acarreado a la población afectada por estas políticas. Tampoco hay un análisis del aumento o disminución del precio del agua manejada de manera privada, si ha mejorado o no su calidad y si la red de distribución se amplió o no mediante la gestión particular de dicho recurso. Además se omiten las grandes deudas por agua que existen dentro de una gran cantidad de instancias gubernamentales, las cuales utilizan mucho líquido y llevan años sin pagar un solo centavo por el servicio.
Para argumentar más sólidamente sobre el peligro de privatizar parte o la totalidad de la gestión del agua, dentro del libro se le da relevancia al fenómeno ocurrido con la venta, administración y manejo del agua por parte de diferentes compañías multinacionales en distintas partes del mundo. Las principales empresas operando en América Latina son la francesa Suez y Aguas de Barcelona. La experiencia muestra que el resultado de privatizarla ha sido ambivalente, puesto que en algunas partes del mundo se ha consolidado y en otras ha fracasado. Ejemplos de este proceso son naciones como Francia e Inglaterra, explican varios investigadores, donde el principal resultado ha sido el incremento exponencial en el precio del líquido, sin por ello haber ampliado la cobertura a lugares donde no hay fácil acceso y sin mejorar la distribución donde ya existe.
Como ejemplo de las políticas privatizadoras en América Latina se usan los casos de Bolivia, Chile y Argentina. En este último se finiquitó la privatización de Aguas Argentinas en 1993, teniendo como socios mayoritarios a Suez y Aguas de Barcelona. Al paso de 10 años, las tarifas crecieron 88% “a pesar de que el marco regulatorio establecía que los precios domésticos sólo podían elevarse en 7%” como indica un análisis del especialista Martin Schorr (Agua, p. 153).
Un dato por demás relevante es que alrededor de sólo 10 grandes empresas dominan el mercado mundial del agua, actualmente consumida por el 5% de la población mundial, lo cual genera un gran potencial para abrir más mercados. Para 1998 el Banco Mundial predijo que el comercio planetario de agua alcanzaría los 800 mil millones de dólares. Para 2001, establecen los investigadores Barlow y Clarke, el comercio de este recurso alcanzó un millón de millones de dólares.
Actualmente de 100 litros que se sacan del subsuelo sólo se cobran 60 o 70. Dentro de esta dinámica se ha insertado la modalidad del agua embotellada, la cual cuesta 15 veces más que un metro cúbico de agua potable recibido en cualquier domicilio. México ocupa el segundo lugar planetario en consumo de agua embotellada, superado sólo por Estados Unidos. La venta en el país de este líquido alcanzó los 4 mil 648 millones de galones, 2 millones menos que en el país vecino del norte, lo cual resulta desproporcionado tomando en cuenta que en Estados Unidos viven cerca de 300 millones de personas, casi 200 millones más que en México.
Es evidente la intención del libro de generar un debate dentro de la sociedad y en las instancias de gobierno mexicanas sobre la urgencia de mejorar el cuidado y la distribución del líquido. La postura editorial del libro en contra de la privatización del agua es obvia. Sin embargo, resulta balanceado el espacio dado a detractores e impulsores de esta tendencia, y el espacio abierto al debate sobre la importancia de considerar al “oro azul” como un bien público y primario, necesario de entenderse como un derecho universal sin importar la condición social de las personas y no como una mercancía posible de obtener según la capacidad económica.
El libro Agua también enfatiza el grave problema de contaminación y sobre explotación de los acuíferos en México. Asimismo se deja en claro que al privatizar parte de su gestión, dadas las experiencias en otros países, no necesariamente se resuelve el problema, sino al contrario, se encarece el precio del líquido, disminuye la cobertura a zonas de difícil acceso, no se garantiza una mejor purificación y se generan enormes ganancias que se van a manos de compañías transnacionales en vez de pasar a las arcas del Estado en beneficio de la población.
Si bien el libro no le da voz a las principales empresas que buscan apropiarse del agua, si se incluyen posturas cercanas a la del Banco Mundial y la de los organismos afines a sus políticas así como de ciertos funcionarios de CONAGUA que manejan un discurso a favor de la privatización. Tampoco se le da mayor voz a organizaciones sociales que trabajan sobre el agua ni a quienes ahora obtienen el agua mediante un organismo privado para conocer sus impresiones, fuera de las estadísticas oficiales.
Otro tema elaborado en el libro son las distintas resistencias contra la privatización de este bien. Dada la enorme cantidad de movimientos en contra de la privatización del agua a lo largo del mundo, los ejemplos incluidos en el libro resultan muy escuetos, poco diversos y enfocados en América Latina a los casos de Cochabamba, en Bolivia, y al referéndum en Uruguay. Si bien estas experiencias son ilustrativas, no mencionan lo ocurrido en otras partes del continente, como lo fue en Guatemala o el esfuerzo aglutinador de la Red Latinoamericana Contra las Represas. De África, Asia, Europa o Norteamérica no se mencionan ejemplos.
Sorprende que no se le dé un espacio importante a los procesos de resistencia contra la privatización del agua en México, anteriores y actuales, sobre todo por ser un libro editado por un periódico mexicano y por existir ejemplos al respecto. En los años noventa en Tepoztlán, pequeña ciudad del estado de Morelos, se generó una férrea resistencia a las intenciones de construir un campo de golf debido a la enorme cantidad de agua que se requeriría para su mantenimiento, lo cual afectaría directamente a la mayoría de los pobladores. Si bien se hace mención al Frente Nacional en Contra de las Represas, no se profundiza demasiado sobre sus posturas.
En suma, el libro Agua resulta un importante esfuerzo para entender los principales problemas concernientes a este líquido a los cuales nos enfrentamos en México y el mundo. Recoge una gran cantidad de datos condensados, pero no tediosos, que aclaran cualquier duda sobre los temas expuestos y dejan en claro la crisis por la cual estamos pasando. En general, el libro aborda las distintas posiciones existentes sobre cómo resolver las diversas cuestiones del agua y nos alerta hacia dónde llegaremos de seguir desperdiciando y contaminado los mantos acuíferos. Con ello busca incidir y generar una discusión pública sobre qué políticas públicas se deben seguir y qué papel debe tener la sociedad en tan importante tema. Si se quiere iniciar a conocer sobre este complejo tema, Agua es un buen texto por dónde empezar.
Bibliografía y enlaces de Internet
Varios autores, Agua. México, La Jornada Ediciones, 2005.
- Síntesis del cuaderno
- “Ya no queremos sólo resistir; ahora queremos ganar”
- Pueblos indígenas, artífices de la conservación mesoamericana
- El agua en México
- La criminalización del movimiento campesino ecologista en México. El caso de Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera
- Salvaguardando los árboles del estado mexicano de Morelos
- El movimiento de la Coordinadora Campesina Contra los Embalses en Panamá
- Las guerras del agua y del gas como plataformas de la Asamblea Constituyente en Bolivia