English Français Español

Síntesis

La identidad de los pueblos originarios en la perspectiva de la buena gobernanza

Síntesis final de la serie de artículos propuestos a FLAG que buscan llamar a la reflexión sobre las formas básicas en que los habitantes pasados y actuales de América Latina se han organizado social y políticamente, y sobre cómo esas relaciones han contribuido u obstaculizado el fin último de la organización estatal: el bien común.

Contenido

Nuestro propósito

América Latina nace de un concepto instaurado desde los gobiernos europeos de los siglos XVIII y XIX, pero tiene un pasado concreto. Conocer y comprender su memoria milenaria es fundamental para actuar sobre su realidad presente en busca de una evolución que conduzca al bien común global, por medio de la paz y la concordia.

El sub-eje temático que FLAG ha propuesto y nosotros hemos elegido es el de “la identidad más allá de las fronteras”, dentro del más amplio eje “de lo local a lo mundial: articulación entre niveles de gobernanza”. Nuestro aporte dentro de estas temáticas se enmarca dentro de nuevas relaciones Estado-Sociedad que creemos necesario establecer específicamente en el ámbito de las identidades de los pueblos originarios de la región, muchos de los cuales han vivido hasta la actualidad separados por fronteras políticas instauradas “externamente” que ha llevado a los mismos a una reformulación de su identidad en una amplia gama de aspectos tales como sus creencias, sus usos y costumbres, sus valores, su economía, etc..

La identidad de los pueblos originarios en el marco político de los “nuevos Estados”

Cuando las monarquías europeas emprendieron la empresa de la conquista y colonización de América, comenzó a llamarse “Nuevo Mundo” a esta vasta región. Los pueblos que habitaban ese territorio en ese momento histórico, el siglo XV del calendario gregoriano, no veían nada “nuevo” en su hábitat, a excepción del “nuevo otro”, el hombre europeo. A partir de entonces se dio un proceso por el cual América del Norte fue convertida en una “nueva civilización”. El resto del continente, lo que hoy llamamos América Latina, comenzó a regirse bajo una dialéctica entre “lo viejo” y “lo nuevo”, variable pero omnipresente y perdurable hasta la actualidad.

Si bien el concepto que sobre el término territorio tienen los pueblos de origen, pareciera ser opuesto a la concepción occidental, el hecho de que los gobiernos de algunos países europeos tengan severos problemas con planteos autonómicos nos lleva a pensar que la memoria de una u otra manera preserva el animus ancestral. En cada reorganización territorial los ideólogos presumen sobre su inmutabilidad. No obstante, la supuesta estabilidad estará sujeta al tiempo en que los pueblos fraccionados o limitados territorialmente comiencen a sentir la necesidad de reclamar sus propios espacios de pertenencia.

La elaboración de este documento ha intentado tocar algunos temas puntuales a los Pueblos de Origen que habitan la República Argentina y comunes a otros del Cono Sur.

El respeto a la identidad de los Pueblos de Origen, ampliamente legislado en Argentina pero sin medidas concretas para que esta herramienta sea de cumplimento, demanda una urgente revisión. La relación entre estos pueblos y el Estado no funciona correctamente; la ausencia de nuevas normas de gobernanza que ayuden a una interrelación realista prorroga riesgosamente resultados beneficiosos para ambos, por lo que, si estas identidades locales no son tenidas en cuenta de una u otra manera hallarán la manera de hacerse realidad.

Justamente, en la ficha de análisis que propusimos para este cuaderno (La articulación entre los niveles de gobernanza y la identidad de los pueblos originarios de Argentina frente a las fronteras políticas impuestas) , se ve reflejado la importancia práctica del respeto de las identidades locales frente a la homogeneización globalista, que sumada a la perspectiva del respeto de los derechos humanos de los pueblos originarios, plantea la identidad como principal desafío de la gobernanza en América Latina. Como complemento, mediante otro artículo de análisis, La identidad como base del desarrollo: un elemento fundamental de la gobernanza, hemos enmarcado esta problemática fundamental para la región dentro de la perspectiva teórica y de la histórica.

Tanto el trabajo de María Laura Angiolillo sobre el texto “Usurpación simbólica, identidad y poder” de Patricio Guerrero Arias que evidencia la existencia de un secretismo oportunista con el que el poder se legitima (GUERRERO ARIAS, 2004), como las ponencias del Tercer Congreso de Investigaciones Lingüístico-Filosóficas realizado en 2001 en la Universidad Mayor de San Marcos, Lima, Perú (SOLÍS FONSECA, 2003), comentadas por Mariana Massaccesi, donde una vez más constatamos que las fronteras políticas no pueden quebrar las pertenencias lingüísticas, son muestras claras de la situación a la que se enfrentan las culturas locales. Si bien las celebraciones locales trans-fronterizas se sostienen, la descalificación que han padecido ha permitido que tanto Iglesia como Estado hayan mutado las mismas en beneficio de su propia “gobernanza”. No obstante y a pesar de que los organismos estatales no lo fomentan, en los últimos años en suave y lenta persistencia, muchos de los representantes de estas culturas han retomado sus ceremonias reencauzándolas a simbología original. Esta rebeldía también se manifiesta con esa misma intensidad en algunos docentes indígenas que desoyendo la norma oficial, han tomado la educación como algo inherente al traspaso cultural ya que desde el Estado Nacional no se alienta el bilingüismo como agente de traspaso cultural sino como mero traductor de la constante oficial. Adoptar medidas gubernamentales locales y trans-fronterizas que reconozcan e incorporen la visión indígena desalentaría tensiones y conflictos que arriesgan posibles demandas de autonomías.

Así como decíamos que la frontera política es incapaz de doblegar por completo la lengua, la Hoja de Coca ha sido la otra pata que ha sostenido la identidad. En el recorrido de este análisis, hemos constatado cómo desde los Andes a la Amazonía y desde la conquista hasta nuestros días el tema Hoja de Coca ha recorrido regional e internacionalmente todas las instancias “demonizantes” y legales transformándose, junto con el uso de la lengua, en los iconos claves y manifiestos de esta problemática.

Por su condición de representante de pueblos diferentes que desarrollan su actividad en ramas distintas del pensamiento indígena, el productor artístico Juan Namuncurá y el abogado Benito Espíndola nos ofrecen en sendas entrevistas realizadas para este cuaderno su visión sobre la cuestión indígena. Ambos coinciden en la importancia de la tenencia de la tierra, de la identidad que sobrellevan los pueblos fragmentados por la frontera política y proponen cada uno desde su convicción propuestas de gobernanza auspiciosas.

Algunos de los puntos sobre los que hacen hincapié, importantes para tener en cuenta, son el impulso a la Ley 26.160 de la Republica Argentina, que declara en emergencia a la propiedad comunitaria indígena; la formación del Consejo de Participación Indígena que permitirá hacer un relevamiento de las tierras; la formación de lideres genuinos; la concientización mediante la educación con docentes nativos; lograr una legislación dentro del Estado que acepte la diversidad cultural; un documento comunitario identificatorio reconociendo que el mundo avanza hacia estructuras supranacionales logrando alcanzar estados multiétnicos y pluriculturales que valoren la diversidad.

Ambas entrevistas nos dejan en claro un modo de ver la vida del que debemos aprender para lograr una buena gobernanza a escala global sin detenerse tanto en las fronteras y limites políticos. Hay que destacar el valor que tiene el orden para la coexistencia con los otros y con la naturaleza, el respeto, la idea de justicia que se desprende directamente de ese orden, no fomentar el materialismo, la participación de la mujer, que la misión del hombre en el mundo es trabajar, etc. Todos puntos que en general no tiene en cuenta el Estado cuando trata la cuestión indígena.

Por último, la experiencia de los problemas inmigratorios de habitantes originarios en Paraguay, sumada a la de los habitantes paraguayos y bolivianos del Conurbano bonaerense en Argentina demuestra que el quiebre de la identidad y sus consecuencias socioeconómicas no es sólo un problema “indígena” o de una parte de la población, sino que atañe tanto a la gobernanza local como a la regional, y requiere de soluciones en todos los niveles de gobierno.

La conformación de Estados, dejando de lado los territorios preexistentes provocan un malestar a nivel global ya que tanto los pueblos originarios como aquellos pobladores que deben emigrar buscando una mejora para su nivel de vida, pierden, de algún modo, la libre expresión de sus identidades. Todo queda dominado por la visión mas poderosa perdiendo de vista las minorías. Quedando así, expuestos a algún tipo de maltrato social, como por ejemplo condiciones esclavizantes de trabajo, indocumentados, faltos de tierras para su explotación, etc.

Legislar para que esto no ocurra es el desafío que tiene el mundo actual para lograr que los limites políticos respeten los derechos de los pueblos. Como bien señalamos en nuestro trabajo, se ha conseguido un mayor desarrollo en la normativa referente a lo económico y comercial que a la libertad de transito por ejemplo.

 

Ver también