La gobernanza ha llegado a ser uno de los vocablos mas utilizados en el campo de las relaciones internacionales y de la cooperación al desarrollo. Lo utilizan los investigadores, los expertos, los miembros de la sociedad civil, las organizaciones internacionales y bilaterales, los políticos, etc. Su uso tan frecuente concurre a la volatilidad del término. El fin de la guerra fría y las grandes reformas de los políticos del desarrollo a principio de los años noventa han visto su aparición a través de la expresión « buena gobernanza ». Convertido en sinónimo de reformas en la gestión, la idea se ha sometido a los caprichos de esos políticos.

El Ministerio de Asuntos Exteriores y Europeos esperaba proponer una visión original, sobrepasando el lenguaje y las problemáticas convencionales del mundo del desarrollo y de las murallas internacionales. En efecto se nota después de poco una multiplicación de estrategias de « gobernanza », los cuales pretenden ser innovadoras. Así que en 2.006 Francia adoptó una estrategia específica. La mayoría de los socios europeos han hecho lo mismo. La renovación del debate se apoya en un consenso fuerte: sobrepasar el enfoque basado en la gestión al beneficio de sí misma y la colocación en primer plano de la dimensión política y de los niveles diferentes de la gobernanza, (del local al global). El diálogo, el pragmatismo y el refuerzo de las capacidades locales se substituyen por la promoción de un modelo uniforme. La presente obra, reuniendo contribuidores procedentes de horizontes diversos, desde el Norte hasta el Sur, es testimonio de este cambio. Es, en efecto, importante que la diversidad de las perspectivas disciplinarias y culturales estén en el corazón de un debate así esencial para el mundo del desarrollo y para la comunidad internacional. Propone que se meta en la perspectiva del concepto de gobernanza por la inclinación de un grupo de interactores, interdisciplinario e intercultural. Este libro entonces no propone un ‹‹listo para pensar›› ni nuevas recetas. No pretende sustituir un modelo por otro, pero afirma que la eficacia de las políticas del desarrollo no se puede lograr salvo por un mayor entendimiento del ejercicio del poder legítimo en una sociedad especificada. Pues solamente la « buena gobernanza » puede repensarse como una gobernanza democrática; es decir un medio para que las sociedades elaboren sus propias modalidades de gobernanza.