La globalización no es hecho irrefutable. Provoca una fuerte reducción en el espacio y en los tiempos de comunicación, pero no ha borrado la diversidad cultural. Aquellos que, en lo humanitario, en los negocios, en las organizaciones internacionales, se llevan a trabajar o vivir en las culturas que no son las suyas: este libro aporta una reflexión sobre la diferencia, los malentendidos culturales, la apuesta de la identificación de los terrenos de entendimiento. Propone a aquellos profesionales un reflejo de cuestionar la cultura del otro: ¿Tiene el mismo concepto del tiempo, de la acción, de la riqueza, de la jerarquía, del lazo al medio ambiente natural? ¿Hablamos el mismo idioma? ¿Toda comunicación es únicamente verbal? Tantas preguntas que nos ayuda a estar conscientes de nuestro acondicionamiento cultural propio y que nos incentiva a practicar esas dos virtudes de las relaciones interculturales: la duda, la cual no impide las convicciones; la paciencia, la cual no impide el dinamismo.